Mezcla de artesano y escultor, Sebastià Riera utiliza diferentes materiales para conferir una expresión humana a sus reproducciones, de escala monumental. Muchas de ellas inspiradas en el imaginario popular mallorquín, como uno de sus trabajos más recientes, integrado en la exposición Manacor Encantat: La Bruixa Joana. Con unos ojos que destilan vida, esta efigie parece fugada de una viñeta de las célebres rondalles. Su curriculo es muy personal, sutil y rico, como los vibrantes colores que utiliza para crear obras que no implican gran complejidad visual, pero que, ubicadas en plena vía pública, no pasan desapercibidas. Y de eso va el arte, ¿no?
¿Cuándo empezó su interés por la creación artística?
–Comienza de pequeño, cuando aprendí a pintar. A nivel de escultura comienza con los foguerons de Sant Antoni. Ya sabe que la gente hace figuras y las quema, y yo cada año hacía esculturas que llegaron a alcanzar premios importantes. Además, como estaba muy metido en el mundo de los espectáculos, comencé a hacer máscaras... Podría decirse que desde los 14 años fui cogiendo nivel.
¿Ha tenido algún referente que haya marcado su carrera definitivamente?
–A nivel de dibujo, Toni Galmés y Pere Bonet han sido un poco mis maestros. En cuanto a la escultura, hice Bachiller Artístico pero siempre he sido muy autodidacta. Hay algunos artistas que me gustan, pero mis referentes son más bien las cosas que veo; evidentemente lo que hago ya está inventado, pero como soy un poco freak tanto los elementos fantásticos como las películas de ciencia-ficción son más mis referentes que un escultor en concreto.
Su obra está muy apegada a la cultura popular, pero tiene un trazo muy personal. ¿Considera que la mejor forma de crear es contando una historia?
–La mejor forma de crear es hacer un trabajo para mi ciudad, que proceda de la cultura popular, que siempre me ha entusiasmado, y encima que tenga una finalidad de espectáculo. Estos son los tres elementos que más me interesan. Todo lo que hago está envuelto en la cultura popular, y lo hago para que esté en la calle.
Descríbanos con sus propias palabras el trabajo que ha realizado para la muestra Manacor Encantat...
–Manacor Encantat empezó el año pasado. Nos pidieron que hiciéramos figuras de fantasía y me ilusionó mucho; nos pudimos lucir con las esculturas, yo hice un árbol gigante y también un dragón con unas alas enormes. Este año quisimos hacer una temática común, las Rondalles Mallorquines, que tienen mucho juego. A partir de aquí, hice una búsqueda para saber qué figuras podrían ser interesantes. He hecho la Bruixa Joana y el Gegant de sa Roca des Castellet, que es una figura muy apegada a Manacor.
¿Cómo surge la posibilidad de formar parte de Manacor Encantat?
–La idea surgió de Comerç, para animar a la gente de Manacor y de fuera a comprar en el pequeño comercio de Manacor. Expusimos en el momento en el que la pandemia comenzaba a aflojar y la gente salió a la calle con muchas ganas y ha funcionado muy bien. Está viniendo gente de Palma en tren, también muchos jubilados, algunos me han dicho ‘hemos venido a posta a ver tus figuras'. Que la gente venga a Manacor a tomarse un helado, darse una vuelta y ver las figuras me hace mucha ilusión. Es un proyecto que, mientras funcione, se seguirá haciendo.
¿Cuánto tiempo puede durar la elaboración de una pieza como sa Bruixa Joana?
–Tanto el gegant como la bruixa estuvimos cuatro meses para hacerlos. He tenido la ayuda de mucha gente, solo no podría mover ni un brazo del gegant. He trabajado trece horas cada día para poderlo entregar a tiempo. Le diría que para hacer una escultura de estas necesitas un año con un buen equipo, nosotros lo hicimos en cuatro meses por las circunstancias, pero creo que no lo volvería a repetir.
Al estar expuestas en la vía pública, ¿protege con alguna resina u otro material las esculturas para que no se deterioren?
–Las figuras están hechas con espuma de poliuretano, la capa superior es de vidrio y la estructura de hierro, para que no se degraden porque están en exterior. Es un material muy chulo y resistente, pero a la hora de emplearlo es complicado porque es tóxico y huele muy fuerte, así que tienes que llevar mascarilla, guantes y extremar las precauciones. Una vez en la calle, lamentablemente siempre hay desperfectos, porque la gente tiende a maltratarlas, por eso ya he tenido que arreglarlas.
Sus piezas son muy singulares por la forma en la que trabaja el color. Explíquenos el proceso...
Ç–Hago una base de spray lo más oscuro posible y luego voy haciendo capas de pincel con colores claros y marcando más detalles. Para los ojos, que quiero que tengan un color más brillante y realista, empleo resinas y otros tipos de pinturas.
¿Cómo cree que evolucionará su obra a largo plazo?
–No tengo ni idea, creo que quedarán como figuras históricas en Manacor y espero que las cuiden, y si hay que restaurarlas, que lo hagan.
Más allá de la evidente conexión profesional, ¿qué tipo de ligazón tiene con la cultura popular mallorquina?
–Desde pequeño he vivido en Manacor y llevo la cultura popular en vena. Mis padres se preocuparon de que me empapara de nuestras fiestas, y siempre he trabajado en ese sentido.
Sus obras son tremendamente expresivas, ¿cree que su estilo ayuda a comunicar el mensaje?
–Creo que sí. Soy especialista en espectáculo y escultura, por tanto creo que si las esculturas no te miran a los ojos y te provocan cosas quiere decir que no he hecho bien mi trabajo. Siempre trato de buscar una expresión, ya sea miedo, risas o inquietud.