Pagar 620 euros más que hace un año por la cesta de la compra está provocando que los consumidores modifiquen sus costumbres a la hora de ir al supermercado. Los precios desbocados de productos tan básicos como el aceite, la leche o los huevos han hecho que a los hogares no les quede otra que buscar nuevos hábitos que sirvan para reducir el gasto en alimentación, que en junio se disparó hasta el 12,9% -aún no hay datos disponibles de julio-. Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan la evolución de los precios de los bienes y servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España, indican que decenas de productos de la cesta de la compra más habitual se han encarecido incluso por encima del IPC general del 10,8% de julio, el más alto en los últimos 38 años, como ha sido el caso de huevos (23,9%), leche (23,1%), fruta (19,3%), carne de vacuno (13,1%) o pescado (11%), entre otros.
Desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), la patronal de los supermercados, que agrupa al 75% de la superficie comercial de alimentación de España y cuenta con empresas como Mercadona, DIA y Lidl, su director general, Ignacio García Magarzo, ya ha señalado que las compañías de distribución ya aprecian que «el consumidor está empezando a tener comportamiento de crisis de consumo» ante la escalada de precios derivada del incremento de costes. Esto significa que los ciudadanos ya no compran como lo hacían antes de que se desencadenara la espiral inflacionista. Han modificado su forma de llenar la nevera, optando por reducir su consumo, comprar productos más económicos o apostando por otras marcas, como han corroborado distintas fuentes del sector alimentario.
Se compran menos de alimentos
En los primeros cinco meses del año, la compra de alimentos en volumen por parte de los hogares españoles ha descendido un 11% en comparación con el mismo periodo del año anterior, según desveló este jueves el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. Planas atribuyó el descenso en las compras de 2022 a la tradicional cuesta de enero, los niveles de precios y la «progresiva concienciación» de los hogares, la restauración y la cadena alimentaria sobre las pérdidas y el desperdicio de alimentos. El titular de Agricultura, Pesca y Alimentación también indicó que la compra se ha vuelto «más selectiva», con menos adquisiciones en el supermercado, pero con una mayor preferencia por la calidad.
Mayor preferencia por la marca blanca
Otras de las acciones que están realizando los consumidores para ahorrar es incrementar el consumo de las marcas del distribuidor (MDD), más conocidas como las marcas blancas y por lo general más baratas. Según datos de la consultora Nielsen IQ, correspondientes al mes de junio, las marcas blancas ya suponen casi la mitad de las ventas en alimentación. En concreto, su cota ya alcanza el 49,4%, 2,5 puntos porcentuales más que en mayo, tras registrar un crecimiento del 17,1% en el gasto, mientras que las marcas de fabricante lo hicieron en un 7,9%. Estas últimas reducen su cuota al 50,6%.
Vamos con más frecuencia a la compra
Los consumidores también están optando por ir más veces a comprar, sustituyendo así los grandes carros de la compra por cestas de rutina más pequeñas. El aumento de la frecuencia se hace para controlar el gasto, por lo que los tickets de compra son más pequeños. De esta forma, se va a comprar lo que se necesita en el momento y se evita adquirir productos innecesarios o que puede que al final se acaben tirando a la basura. Este comportamiento ayuda además a estar más al tanto de las ofertas que suelen ofrecer los distintos establecimientos y con las que podemos ahorrar.
Menos jamón y más mortadela
En estos momentos en los que hay que apretarse el cinturón, los clientes de los supermercados están sustituyendo unos productos por otros más económicos. Se trata de una tendencia que ya han detectado las consultoras de consumo y que es común a todas las situaciones de crisis: la preferencia del consumidor por productos más básicos, dejando al margen otros de más valor añadido. Por ejemplo, en charcutería, artículos como el jamón serrano o el lomo se sustituyen por mortadela o chóped. La previsión es que esta tendencia es previsible que vaya a más después de las vacaciones de verano. No obstante, esto no ocurre con todos los productos. Javier Bardés, responsable de frutas y verduras de Alcampo, aseguró en un reciente acto público que estos dos alimentos no notarán tanto esa alteración debido a que son «productos de primera necesidad».