La soprano mallorquina Isabel Cañada publica en sus redes sociales, con fotografías de su madre, Pilar, y de ella, lo siguiente: «Basado en una historia real… Cuando uno está cerca de la muerte, muchas cosas cambian a su alrededor, y entonces ya no espera al mañana para agradecer cada segundo… Acompáñanos el próximo 28 de julio en la iglesia Sant Felip Neri, de Palma, para conocer el resto de la historia». Rubrica el comunicado con la frase: «Una historia musical sobre las segundas oportunidades».
Como nos llama la atención el comunicado, la llamamos. La hacemos en Dubái, donde reside con su esposo desde hace seis años, pero nos dice que acaba de llegar a Palma, por lo que quedamos con ella. «Y tráete a tu madre», le decimos.
Cuando los planes cambian...
Su madre, que es malagueña, pero mallorquina de hecho, pues lleva aquí más de la mitad de su vida, parece su hermana mayor. «Es que la tuve muy joven –dice–. Me instalé en Mallorca porque el que sería mi marido, que es militar, destinado aquí, me llamó para decir que había tenido un accidente, y que si no venía a estar con él, dejaba el Ejército y… Pues que me vine. Yo pensaba que no podía tener hijos, pero a poco de llegar quedé embarazada, y nació ella. Y seis años después, nació el chico… Ser madre, que para mí ha sido lo mejor que me ha podido pasar, trastocó mis planes, pues, ajena a la maternidad, quería ser artista, y más concretamente, cantante de ópera, por lo que me matriculé en el Conservatorio, para asistir a clases de canto… Pero no fue por mucho tiempo, pues al quedar embarazada me aconsejaron que lo dejara, ya que cantando, el diafragma podría presionar sobre el feto… Luego, cuando nació ella, quise volver, pero ya no pude: los planes de estudios habían cambiado. Lo intenté por otra vía: yendo a clases particulares de canto, pero tuve que dejarlas pues eran muy caras… Pero, tras criar a los niños, me convertí en cantante para gente de la tercera edad, cantando en un restaurante de la carretera de Manacor temas de Rocío Durcal, Antonio Machín, rancheras, etc., que era lo que le gustaba a la gente que me estaba escuchando… Que no siempre me escuchaba, pues, o comían, o hablaban entre ellos. Pero no me importaba. ¡Yo, a lo mío! También nos dio tiempo a practicar, ¡a todos!, kárate: mi marido es tercer dan, mis hijos, primer dan, yo, segundo ¡Ah! Y también practico crossfit».
Problema de salud
Por su parte, Isabel, que estudió canto en el Conservatori de les Illes Balears, con el paso del tiempo se ha convertido en soprano muy solicitada. «Primero me quedé en España, desde donde viajaba, sobre todo a Alemania. Más adelante, me fui a China, junto con un pianista y un tenor, donde no paramos de trabajar durante un año, y no siempre en los mismos lugares. Y desde hace seis años vivo en Dubái, teniendo el honor de ser la primera española que ha cantado en la Ópera de Dubái y… Pues como gusté, y a mí me gustó el país, me quedé a vivir allí, y más cuando mi marido también encontró trabajo. Y allí seguimos, actuando, sobre todo en la zona del Golfo. Y lo hago acompañada por tres mujeres. Dos norteamericanas (pianista y violinista) y una siria ( la primera siria percusionista), con un repertorio que es una especie de fusión musical de poemas sobre mujeres del Al Ándalus y obras hispanas con una base árabe, lo cual, en los países de ese lugar del mundo, tiene mucha aceptación».
En cuanto a la vida de allí, no es ningún problema para la mallorquina. «Hace mucho calor, pero se soporta. Por lo demás, allí, la gente vive y deja vivir. Quiero decir que hoy ves en las calles, tiendas, hoteles, etc., mujeres árabes, con velos, pero ves también extranjeras con top y pantalón corto. ¡Y no pasa nada! Porque si quieren vivir, han de respetar las culturas que se instalan allí, cosa que hacen. Eso sí, todo se hace con respeto y discreción».
Lo que no mata, endurece
Y de pronto llegó la pandemia, que le afectó, «pues se suspendieron muchos espectáculos, por lo que me las tuve que ingeniar dando clases de canto online, lo cual me ha ayudado a salir adelante». Tanto ella como su madre se vacunaron. Ella porque sin vacuna no podía viajar, mientras que su madre lo hizo, más que por convicción, casi por obligación. ¿Y qué pasó…? Pues que un tiempo después de la segunda vacuna, se sintió mal, tuvo un derrame cerebral, la ingresaron en la clínica, la operaron... «En la clínica me aseguraron que nada tuvo que ver con la vacuna, pero yo creo que sí, que tuvo, pero… Lo importante es que, además de estar viva, he cambiado el concepto de la vida. ¿Cómo? Tal vez no dando importancia a cosas que antes se las daba y procurando vivir y disfrutar la vida… ¡Ah!, tras salir de la clínica he tenido dos veces la COVID. Pero también lo he superado».
Y ahora entramos en el quid de la cuestión. En el por qué Isabel Cañadas está en Palma, con su madre, yendo a clases de canto para cantar juntas el próximo 28 de julio, en Sant Felip Neri. «Tras ver lo mal que lo pasó por el derrame, una vez que se repuso, desde Dubái, vía online, le di clases de canto. Mi intención era sorprenderla… Porque cuando regresara a Mallorca en verano tenía un concierto en Sant Felip Neri, acompañada al piano por Albert Colomar, al que ella asistiría, y cuando menos se lo esperara, la invitaría a cantar. Por eso le di clases… Pero con el tiempo pensé que lo de la sorpresa podría ser demasiada sorpresa y… Pues que le conté cuál era mi intención, y ella se emocionó mucho… Pero se repuso enseguida y se tomó más enserio las clases. Hoy, que seguimos ensayando, y que no pararemos hasta el 28, puedo decir que está en condiciones de cantar como soprano, que fue lo que ella quiso ser, pero que no pudo por ser madre».
Ni que decir tiene que Pilar se emociona, no por escuchar a su hija, sino por el regalo de cumpleaños que ella le hace. Cantar como soprano ante un auditorio. «¿Preocupada…? Pues a decir verdad, preocupada por cantar, no. Sé que ella –la mira con ternura– me va a ayudar. Aunque… Tal vez un poco preocupada sí que esté… Porque si cuando cantaba para la tercera edad, el público apenas me escuchaba, ese día sí que me va a escuchar y a observar. Supongo que al principio me impresionará, pero a nada que gane confianza, estoy segura de que irá todo bien».