Sin ánimo de menoscabar la fiesta del Orgullo, que dicho sea de paso ha discurrido en la Isla con absoluta normalidad, cumpliendo con su razón de ser: reivindicar el colectivo LGTBI, pensamos que en esta se ha olvidado a unas personas muy importantes: las madres –los padres, mejor– de los protagonistas, dado que si estos, en según qué momentos de sus vidas, han sufrido al sentirse rechazados, sus progenitores no han sufrido menos. Por ello, pensamos que no estaría de más darles el papel que les corresponde. Sí, porque ellos, los padres, seguramente sufren a nada que descubren que sus hijos son gay, sobre todo pensando en que puedan ser rechazados en el mismo colegio por sus compañeros de clase, o ya de mayores, una vez que han salido del armario, por una parte de la sociedad en la que viven… Aunque también se puede dar el caso, lo cual tampoco les quita protagonismo, de que no acepten que los hijos sean gay hasta el punto de rechazarlos. Que haberlos, haylos.
«Como persona es excelente»
Desde luego, Reme no es una madre que rechace a su hijo por su condición de gay. ¡Todo lo contrario!, está con él a muerte. Igual que su padre, que puede que al principio no entendiera… «Pero lo cierto –señala Reme– es que ahora ha cambiado completamente, apoyándole y sintiéndose muy orgulloso de él, pues, aparte de otros valores, como persona es excelente».
A Reme, que es de Granada, y que se vino a Mallorca en 1975, casándose y teniendo dos hijos, una chica, que le ha dado un nieto, y un chico, que es por quien está aquí hoy, la hemos conocido gracias a Salir de las sombras, la última novela de Celia Velasco, a quien llamó para felicitarla por el libro, que ya había leído, «y que tanto va a ayudar a muchos a dar el paso y a salir del armario para comenzar una vida nueva», le dijo. Pues… A través de Celia nos pusimos en contacto con ella, quien se prestó a hablar de su hijo, que ya se ha hecho mayor, que ha estudiado en la Escuela Superior de Arte Dramático y que además de actuar da clases de teatro en la escuela Leone, de Virgen de Monserrat.
Es uno más entre los demás
«También canta –nos dice–, sobre todo en verano, y lo hace solo o en grupo. ¡Ah!, y trabaja como dependiente para una conocida firma de ropa».
Antes de que su hijo se lo contara, «yo ya percibía algo… Fue más o menos cuando tenía 10 años. No se le notaba ningún ademán o gesto, pero una madre se da cuenta enseguida de muchas cosas… Pero como él no me decía nada, esperé a preguntarle cuando cumplió los 18 años. Por entonces era un chico rubio, guapete, con una bonita sonrisa, que salía con chicas y con chicos… Incluso tuvo una novieta, pero lo dejaron. Él rompió… Una noche, cuando su padre se fue a dormir, porque él, mi marido, no sabía, ni siquiera intuía, que su hijo era gay, hablé con él abiertamente «de tu tendencia sexual», le dije. Él me miró, me sonrió y me dijo: «Mami, ¿qué quieres que te diga de mí que tú no sepas?» Yo asentí. Estaba claro que él sabía que yo lo sabía, y que eso no había alterado para nada su vida, como tampoco la mía. Al fin y al cabo era mi hijo, y como tal le quería. Y si era gay… Pues tampoco importaba. Por eso le contesté que estaba incondicionalmente a su lado, preguntándole, a continuación, si en algún momento, en el colegio, o en otro lugar, lo había pasado mal. O si se había sentido rechazado por sus amigos. O si había sentido bullying, contestándome, rotundamente, que no. Que siempre había sido uno como los demás, lo cual me tranquilizó mucho, pues lo peor que le puede pasar a un niño o a un joven, como el mío, es sentirse rechazado y sufrir en silencio por ello».
«Está con él a muerte»
¿Y el padre, cómo reaccionó al enterarse de la condición sexual de su hijo?, preguntamos a Reme. «Al principio, no muy bien. Le costaba aceptarlo, pero al final está con él a muerte. Está muy orgulloso de él, y le apoya en todo momento. Y él lo sabe».
Lo que no entiende Reme es que para algunas madres sea un trauma y un drama tener un hijo gay. «Tengo una amiga que cuando se enteró que era madre de un gay… ¡Vaya drama montó por ello…! Pero… ¿Por qué?, le dije, si él es como es. Él ha nacido así, por tanto, no pasa nada. Además, es tu hijo, y encima es un buen estudiante, con notas brillantes… ¿A qué viene, pues, tu reacción hacia él…? El chico, ante esta situación, se fue a estudiar fuera, hizo con notas brillante su carrera, de la que vive, y hoy está feliz, en Palma, con su pareja… ¿Y qué ha pasado? Pues que hoy, tanto la madre como el padre, están orgullosos de él… Entonces, ¿por qué no asumirlo desde el principio, y a partir de ahí estar más a su lado? Porque, ¿sabéis qué es lo más importante en esta vida respecto a los hijos? Que sean buenas personas. Lo de ser gay, lesbiana, trans, etc., es lo de menos… Prefiero que sea gay a maltratador o ladrón o drogadicto. ¿Y que hoy aún hay personas que no los ven con buenos ojos…? Es su problema… Aunque, afortunadamente, cada vez son menos. Por ello, recomiendo a los padres con hijos gay, lesbianas, trans, etc., que entiendan que son hijos normales, a los que hay que querer y apoyar siempre. Que ellos no han elegido ser lo que son, y que serlo no es nada malo. De lo contrario, si no los apoyas y no estás con ellos en todo momento, sufrirán, y puede que con el tiempo los pierdas para siempre. Y si eso sucede, la culpa será de los padres, no de ellos».
Son personas como otras
Reme nada tiene en contra de la fiesta del Orgullo, «sobre todo en su parte reivindicativa, la que trata de que el mundo vea que están ahí, que son personas como otras, con los mismos deberes y derechos que otras, por tanto personas a las que se ha de respetar… Lo que no me gusta son algunas formas un tanto exageradas que algunos utilizan en las manifestaciones. Pero, por lo demás, la libertad, y luchar por ella, es lo primero ¿Que si pienso que los padres de los gay tendríamos que formar parte de esta fiesta? No sé, pero sí puedo asegurar que los padres, aceptándolos como son, les harán mucho bien. Todo lo contrario a si ellos se sienten rechazados o poco apoyados por nosotros».