Esperança Martínez (Manacor, 1994) pasó de estudiar Ingeniería de la Edificación a embarcarse en un nuevo mundo: el diseño de moda. Es una viva prueba de que la constancia y la ilusión llevan a buen puerto en la vida. Su colección Hummy ha sido seleccionada para representar a Balears en el Certamen de Jóvenes Diseñadores de ANDE (Asociación de Nuevos y Jóvenes Diseñadores Españoles), que tendrá lugar el 30 de junio en Madrid. Ya acabados los estudios en la Escola d'Art i Superior de Disseny de les Illes Balears (EASDIB), combina ahora el diseño de complementos bajo su propia marca, llamada Hopes Design, con trabajos de estilista. Polifacética y detallista, defiende un modelo de moda local y sostenible y abandera la lucha de exportar la moda mallorquina.
¿Qué le ha empujado a embarcarse en el difícil mundo del diseño?
– Desde muy pequeña he estado vinculada al mundo de la moda, aunque no he sido consciente hasta tarde. Uno de los primeros recuerdos que tengo es de las barbies. Siempre me ha fascinado cómo van vestidas y conjuntadas y lo bien cosida que está la ropa, aún siendo tan pequeña. Mi madre participaba en concursos de la revista Barbie y sus diseños llegaron a salir en dos ocasiones. Supongo que eso me quedó grabado y ha salido con el tiempo.
¿En qué se inspira para crear?
– Todo diseño supone solucionar problemas. Para mí, la moda es combinar funcionalidad e innovación. Por ejemplo, una cliente me pidió una vez hacer una mochila de palmito. Normalmente se confeccionan capazos o bolsos, pero yo, al menos, nunca me lo había siquiera planteado. Salió genial y corrió el rumor de las mochilas de palmito. Todo el mundo quería. Fue un puntazo. También me inspiro en el día a día, con lo que voy viviendo. Durante el confinamiento recuerdo el campo de enfrente de casa lleno de margaritas. Esta flor, después, fue la temática de mi siguiente colección. No me gusta fijarme en un estilo o diseñador en específico.
¿Hay hueco para diseñadores artesanales?
– Es imposible competir con multinacionales cosiendo a mano desde Mallorca. Entiendo que la gente compre fast fashion –la llamada moda rápida–, porque nos hemos acostumbrado a un modelo consumista. Importa más la cantidad que la calidad. Es un problema de concienciación. Si la gente no comprase en masa, no se produciría de esta manera tan bestial. Hay que empezar a tomar conciencia del medioambiente. En mi caso, siempre intento utilizar materiales reciclados, como las sobras de un taller de tapicería de Manacor que me aporta trozos de polipiel, con los que hago forros o bolsos. El modelo a pequeña escala es, creo, más sostenible.
¿En qué se basa la propuesta Hummy que presenta a concurso?
– Es mi proyecto de fin de carrera y todo un año de trabajo. Son vestidos de fiesta que se pueden utilizar y combinar tanto en invierno como en verano. Los seis modelos están basados en el colibrí, combinando colores chillones con otros oscuros. Los trajes consisten en una gasa inferior con transparencias, sobre la que se lleva una chaqueta de pelo, que simula el plumaje del colibrí. Además, las transparencias simulan formas geométricas de ante, a modo de tatuajes, símbolo de la cultura maya a la que estaba muy ligada esta ave.
¿Cómo recibió la noticia de que había sido seleccionada?
– Con mucha responsabilidad. He participado en desfiles a nivel mallorquín, como el Art Jove, o en las Islas, pero nunca había saltado al terreno nacional representando a mi comunidad.
¿Qué sensaciones tiene?
– No sé si voy a ganar, pero lo que quiero es pasármelo bien. Suena tópico, pero muchas veces el diseñador está tan pendiente de los detalles que no ve su propio desfile. Me gustaría manejar los nervios y disfrutar.
¿Su mayor éxito en el mundo de la moda...?
– Cambié Ingeniería de la Edificación por diseño de moda y los principios fueron duros. Coser ropa implicaba conocimientos de confección y patronaje que no tenía. Mi sueño era sacar una colección de bikinis, pero trabajar en licra era de lo más complicado. Me daba muchísimo respeto. Este año he sacado mi primera colección cápsula con seis modelos. Parece una pequeñez, pero ha significado, a nivel personal, un mundo.
¿Cuál es la situación del mundo de la moda en la Isla?
– En Mallorca nunca se ha dado la importancia suficiente a la moda local. Nunca se ha invertido en ella. Ahora poco a poco se están empezando a hacer cosas, pero aún estamos muy lejos de buenos ejemplos, como el de Eivissa. Desde los años 60 y 70 allí se da importancia y se promueve la moda y el estilo ibicenco. Se hacen unos desfiles increíbles. Hay inversión. Necesitamos eso en Mallorca, pero hay demasiados desacuerdos entre los propios miembros del sector.
Un deseo profesional...
– Me gustaría dedicarme a mi propia marca, que me bastase para vivir y que me permitiese conjugarlo con mi trabajo de estilista. Mi sueño ya sería visibilizar lo que hago en una revista de moda.