Llegar a los 100 años es de admirar, pero hacerlo tocando al piano de memoria piezas de Chopin y Sinding es casi inimaginable. La mallorquina Juana Barceló Obach puede presumir de ello. Parece que los años no pasan por ella. El pasado 18 de mayo cumplió nada más y nada menos que un siglo con una memoria y una habilidad musical envidiables. Junto con su familia más íntima, con la que sumó más de sesenta invitados, celebró una original fiesta de cumpleaños. No era un aniversario cualquiera. La velada arrancó con una misa de acción de gracias en casa. Después, comenzó la fiesta. Era un día señalado. Había mucha expectación entre la familia. No veían a Juana tocar el piano desde la muerte de su hijo, el médico Josep Sebastià Font Barceló.
Fueron muchos los que le habían insistido para que, por fin, volviese a la que había sido una de sus pasiones en un día tan especial. Aunque se resistió al principio, acabó cediendo. Y se lo tomó en serio. Estuvo ensayando durante los dos meses previos a la fiesta. Eran siete los años de práctica que recuperar y nuevos obstáculos que afrontar, como el dolor y la artritis en las manos. Eso sí, llegado el día, deslumbró a todos los presentes. Juana tocó al piano un vals de Chopin; Primavera, de Christian Sinding; y Fantasía Impromtu de Chopin. Lo hizo de memoria y con una maestría espectacular. «Lo único que me falla es que, con la artritis, no llego a tocar la octava», se lamenta. Además, acompañó al piano a su sobrino, Pedro Barceló, juez del Tribunal Superior de las Illes Balears, que, como tenor, interpretó varias composiciones clásicas.
La música ha estado siempre muy ligada a la vida de Juana. Comenzó a tocar el piano con seis años, de la mano de su padre, y recibió posteriormente clases del famoso compositor mallorquín Antoni Torrandell. Tocando el piano conoció también al que después fue su marido, don José Font y Trias, catedrático de Filosofía. El talento de Juana, por suerte, no se quedó en la intimidad. Como concertista de piano ha tocado en imponentes escenarios, como el antiguo Círculo Mallorquín –lo que hoy es sede del Parlament– o en el Teatre Principal de Palma.
No solo destaca por la música, sino que tiene el orgullo de ser la única persona con el apellido Obach en Mallorca. Sin descendencia directa, sus familiares buscan ahora la manera de conservar su apellido para que no se pierda y para homenajear a semejante mujer. Preguntada por el secreto para llegar a esta edad y en tan buenas condiciones, responde riendo: «No fumar y no beber, o eso es lo que dicen los médicos». En cuanto a la música, Juana resta importancia a su talento: «Es todo constancia. La habilidad musical de cualquier instrumento se pierde si no se toca». Tendrá que seguir practicando para volver a deslumbrar, como este año, en su aniversario de los 101.