Está comprobado que los gatos y los perros sienten sentimientos de estima y añoranza con las personas. También recuerdan quiénes son sus dueños, incluso después de años sin verlos. Así lo demuestra la evidencia, pero la cuestión no está tan clara con respecto a los recuerdos, ¿recuerdan lo que vivimos o se les olvida? Lo cierto es que resulta muy difícil averiguarlo, pero los intentos se suceden en dos campos de la memoria: la memoria semántica y la episódica. La primera está relacionada con el aprendizaje de conocimientos, es decir, del mundo que nos rodea. En este sentido, la ciencia tiene claro que los perros cuentan con este tipo de memoria. Resulta obvio, pues recuerdan a sus dueños, lo que deben y no deben hacer o cuáles son sus juguetes preferidos o cuál es su sitio en el sofá.
Por otro lado existe la «memoria episódica», la responsable de memorizar el qué, el cuándo, el dónde, y el con quién, es decir, los recuerdos. De lo que se han podido recopilar evidencias es de que sí recuerdan ciertas experiencias negativas. De hecho, debido a ellas, pueden llegar a desarrollar trastornos de estrés postraumático y afectar a su comportamiento diario. Este comportamiento se aproxima en gran medida al comportamiento de los soldados con traumas tras la guerra.
Los investigadores concluyen, por tanto, que los perros sí cuentan con esta memoria episódica, que les permite recordar momentos específicos vividos. Por tanto, los amigos perrunos recuerdan esa tarde en la playa, cuando le rascas la oreja o aquel desagradable viaje en coche.