Katrin Starostenko es ucraniana, de Zaporijia, ciudad del sureste de Ucrania, bañada por las aguas del río Dniéper, y bombardeada por los rusos desde el 27 de febrero con la intención, entre otros objetivos, de apoderarse de su central nuclear. Mientras tanto, allí siguen resistiendo los ataques del Ejército de Putin sus padres, a la vez que su hermano continua viviendo en Kiev, donde ella tenía un estudio-galería de arte, «además de tener amigos en, prácticamente, toda Ucrania», por lo cual está padeciendo dos guerras, la de allí, repleta de incertidumbres, «pues no sabes lo puede suceder en cualquier momento, y la de aquí, pensando en los tuyos, que siguen allí porque quieren resistir, y no rendirse, ante tan agresiva invasión. Es… ¿Cómo te lo diría? Una guerra muy descompensada. David, los ucranianos, contra Goliat, los rusos. Pero, pese a estas diferencias, cada uno a su manera, sigue combatiendo al invasor… ¡Qué sé yo…! Una mujer, por ejemplo, derribó un dron ruso que sobrevolaba bajo tirándole un tarro de sus conservas caseras, otras abuelas, que viven en pueblos invadidos por los rusos, han dado a estos agua en mal estado para que les siente mal, mientras que muchos niños han donado sus pagas para que sean utilizadas a beneficio de sus compatriotas… Por otra parte, mientras nuestro presidente se reúne con sus ministros en una mesa, ya sea en la calle o en el campo, pero siempre uno al lado del otro, Putin, cuando se reúne con sus mandos, lo hace en una mesa larga, sentándose él a bastante distancia de los demás, como si no se fiara de nadie…».
Katrin, que está casada y tiene un hijo nacido en la Isla, es artista, pintora, miembro del grupo de artistas Ou Verd, miembro también de la Asociación de Artistas Visuales de Balears (AAVIB), colaboradora del digital Conciencia Magazine, y coorganizadora de la subasta de obras de arte –pintura, escultura y fotografía– que se inaugurará hoy, jueves, en el Hotel Artmadans, que destinará las ganancias a Ucrania, a través de Cáritas y la Asociación de Ayuda a Ucrania. «Antes que nada – dice Katrin–, quiero agradecer al artista Max Cantrel y a Patricia Chinchilla el haber tomado la iniciativa de organizar en Mallorca subastas de arte a beneficio de mi país, gracias a las cuales se ha demostrado la generosidad y solidaridad de los artistas con Ucrania. Quiero también dar las gracias al Ajuntament de Puigpunyent, así como a los músicos que intervendrán en el concierto del próximo 23, sábado, también con la misma finalidad, y a los que participarán en el que tendrá lugar el 13 de mayo, en la Catedral. Y por supuesto, vaya también mí agradecimiento tanto a Jaime España como a su esposa, Lluc Deià, no solo por abrir las puertas de su Hotel Artmadans, sino también por poner su energía junto con Ou Verd y los artistas solidarios con esta exposición-subasta que hoy se inicia. Por último, quiero también dar las gracias al ser humano en sí, al que se solidariza con el que sufre… Lo digo porque durante las primeras semanas de la invasión rusa a mi país quedé tan tocada, que de no ser porque mi vecina me cocinaba, no sé cómo hubiera podido hacer las comidas para mi marido e hijo. Por ello, estoy muy agradecida a los humanos que me rodean».
¿Rusofobia?
Dicho lo cual, que nos parece justo, abordamos otro tema, el de la rusofobia, que el otro día sacamos a colación. ¿Existe un desprecio por parte de los ucranianos de Mallorca hacia los rusos que viven en la Isla, hasta antes del 24 de febrero amigos suyos...? ¿Es cierto que ellos, los ucranianos, los vetan; incluso los amenazan, como se ha podido ver a través de las redes…? Katrin no tiene inconveniente en responder. «Yo no siento rusofobia –afirma–. Quienes me conocen saben que respeto a todo el mundo. Pero creo que muchos rusos tienen el coco comido. Sí, muchos están convencidos de que este genocidio lo hemos comenzado nosotros contra nosotros mismos, lo cual no es cierto. Por ello, pienso que muchos de los rusos, antes de opinar así, deberían enterarse de lo que realmente está pasando. Sí, indagar y conocer las atrocidades que Putin y su Ejército están llevando a cabo contra nosotros, y luego opinar. Tendrían que saber, por ejemplo, que soldados rusos, algunos con familia, han violado a madres y a niños, a los que encima han robado, llevándose lo que les han quitado a su país… O cómo los soldados rusos, que tras masacrar a pueblos enteros, en crematorios portátiles que han traído de su país, han quemado los cadáveres de los civiles que han matado… Sí, cadáveres de padres, madres, hijos y abuelos, incluso de sus mascotas, para que no quede rastro de lo que han hecho… Por eso, insisto en que ¿por qué no indagan, o preguntan, o se informan de lo que está pasando, en vez de pensar que hemos sido nosotros, los ucranianos, los que hemos empezado esta guerra? ¿O en quién ha atacado a quién…? ¿O en quién ha invadido a quién…? O, ¿por qué no indagan o preguntan sobre esos crematorios portátiles que los rusos han llevado a Ucrania para borrar cualquier huella de sus crímenes…? ¿Por qué no lo hacen…? Por otra parte –añade–, a los ucranianos no nos basta con que algunos rusos, tratando de solidarizarse con nosotros, se coloquen en su cabeza una corona de flores, que es un símbolo ucraniano… En todo caso, nos gustaría más que se pronunciaran a nuestro favor, sin miedo, reconociendo que ha sido Putin, y miles de personas que le apoyan en su locura, quienes han empezado con todo esto, lo cual se ha traducido en muerte de inocentes y destrucción de un país… ¡Ah!, y que entiendan que si nosotros nos defendemos es porque no nos ha quedado más remedio…». En ese sentido añade que «yo no siento rusofobia, pues sigo teniendo los mismos amigos rusos de siempre, salvo unos pocos que han dejado de serlo por los efectos que la propaganda de Putin ha ejercido sobre ellos… ¿Que algunos compatriotas míos sienten rusofobia…? Puede ser, pero es por lo que he apuntado más arriba, porque a parir del 24 de febrero dejaron de pensar en nosotros como habían pensado siempre: que éramos amigos, en vez de considerar, por desinformación, que todo esto, esta guerra, la hemos empezado nosotros».