Para ser un día entre semana por la mañana, hay mucho alboroto en el Club Nàutic sa Ràpita (CNR). Unos treinta niños, todos con su correspondiente chaleco salvavidas, se arremolinan en torno a dos ‘gambas' y dos ‘dams 5.5', embarcaciones colectivas que exhiben sus imponentes velas, preparadas para navegar. Hay forcejeos, risas, emoción. «¡Yo quiero ir en la barca que vaya Álvaro!», exclama uno. «Profe, profe, ¿podré probar el timón esta vez?», demanda otra. Son alumnos de sexto de Primaria del colegio Fra Joan Ballester de Campos y esta es su segunda clase de vela.
«El club ofreció al centro la posibilidad de enseñar a los chavales a navegar, como parte de las clases de Educación Física», explica el director de la Escuela de Vela del Club, Miki Bover. «En total, son 12 sesiones que se imparten en el último cuatrimestre del año lectivo. Es un poco un premio de final de curso para los alumnos», añade Toni Mas, profesor de Educación Física del colegio. «En general, les encanta venir aquí, salir de la rutina y estar en contacto con el mar. Y lo disfrutarán aún más a medida que se vaya acercando el verano», añade. «El objetivo del club es acercar el mar a las nuevas generaciones. Hay demasiada gente en Mallorca que, a pesar de estar en una isla, vive de espaldas al mar, y nos gustaría que todos tuvieran la oportunidad de al menos probar la navegación», destaca Bover, quien asegura que el club no tiene ánimo de lucro, y de hecho apenas cubre gastos con esta iniciativa. «Queremos sembrar el gusto por el mar en los chavales, y con que solo algunos tengan inquietud por seguir navegando, ya nos damos por satisfechos», incide.
Durante las próximas semanas, además de aprender los rudimentos de la navegación a vela en embarcaciones colectivas, los alumnos tendrán ocasión de probar disciplinas náuticas muy de moda, como el windsurf, el paddle surf, el kayak o el catamarán hobie cat. «Mi tío tiene una tabla de paddle y a veces la he probado con él. Tengo muchas ganas de aprender y dejarle flipando este verano», se sincera una niña. «¡Es increíble lo rápido que van los barcos solo con la fuerza del viento!», destaca uno de sus compañeros. «¡Qué va! Para mí vamos muy lentos, a ver si en la próxima clase corremos más», discrepa otra. «Yo me quiero bañar, pero no me dejan porque dicen que hace frío», protesta por su parte otro alumno. La mayoría, a pesar de residir en Campos, a apenas 10 km de la costa, reconoce que es su primera experiencia navegando, dando la razón al club en lo de que los mallorquines vivimos de espaldas al mar. Eso sí, ningún niño ha reconocido haberse mareado durante la elaboración de este reportaje.