Burlesque es el encuentro del espejo con la mujer que a veces nos cuesta mirar. Esta disciplina consiste en abrazarla, aceptarla y permitirle brillar». Con estas enigmáticas palabras, Leda Eliana Turitich, directora de la escuela Burlesque Arts, nos introduce en «una disciplina donde caben la sátira, el humor, el canto, la magia y la danza, pero que, ante todo, es una herramienta de empoderamiento femenino». «El burlesque es un estilo teatral basado en la parodia, descendiente directo de disciplinas cómicas centenarias como la commedia dell'arte, el vaudeville o la pantomima. Resurge en los años del 1920 con las flappers, en los años 30 con el cabaret (como recreó Liza Minnelli), en los años 40 con divas del cine clásico como Marlene Dietrich, Rita Hayworth o Greta Garbo y en los 50 con las pin up's (Marilyn Monroe, entre otras).
En sus orígenes, era una mezcla de sátira y actuación, que incluía actuaciones para provocar al público. La interpretaban mujeres ataviadas con exuberantes y coloridos trajes, música e iluminación e incluía números de contorsionismo, actuaciones con fuego y striptease. Antiguamente, este arte escénico estaba al alcance solo de actrices, bailarinas y cantantes. Hoy en día, ha llegado a las academias de danza, de forma que todas las mujeres pueden aprenderlo e integrarlo a su vida cotidiana», explica Leda.
Potencial femenino
Esta disciplina permite a las mujeres explorar «su potencia femenina, su sensualidad y su feminidad pura, libre, natural, creativa y expresiva. Además, favorece la autoestima y la propia observación sin complejos», destaca la directora de Burlesque Arts, escuela creada en Mallorca en 2015 que, tras el parón pandémico, ha retomado su actividad, expandiéndose además a Menorca. En la actualidad, ofrece talleres dirigidos a mujeres de cualquier edad y condición, en las que se exploran disciplinas relacionadas con el burlesque como el pin up, el cabaret, el charlestón o el tango. «Las clases están enfocadas en la emoción y expresión de personajes internos, acompañando al desarrollo de la danza propia de cada mujer», apunta Turitich, quien asegura que «el burlesque es una potente herramienta de autoconocimiento y desarrollo personal».
«Lo que aprendes en las clases, lo aplicas a tu vida personal, a veces sin darte cuenta. El burlesque te ayuda a desinhibirte y te aporta confianza en ti misma», añade Catalina Sureda (sa Cabaneta, 1957), una de sus alumnas. «A medida que vas yendo a clase, te vas expresando cada vez más y va emergiendo tu personaje en el escenario: es como una parte escondida de tu personalidad que no sabías que tenías». «Cada una desarrolla un personaje: una es la femme fatale, otra la tímida,... En mi caso, mi personaje es una especie de Marilyn Monroe», asegura Antònia Moyà (Palma, 1977), quien destaca que «las clases te ayudan muchísimo a expresar lo que sientes más allá de las palabras, mediante la expresión corporal». «Es una mezcla supercompleta de teatro, cabaret, danza... Y sobre todo, es muy sexy», abunda Claudia Rockert (Alemania, 1974), otra de las alumnas. «Te ayuda a vencer la timidez y la inseguridad porque en las clases somos un grupo de mujeres que nos apoyamos mutuamente y nos sostenemos unas a otras para poder sacar a la luz a la mujer sensual y poderosa que todas llevamos dentro. Tiene algo de terapia», asegura.