A principios de los años 80, varios socios del Club Nàutic Sa Ràpita (CNR) decidieron empezar a reunirse los fines de semana para disfrutar de navegar en sus veleros de recreo y, a continuación, celebrar una comida de hermandad en la que comentar la regata y estrechar lazos. Lejos quedaban las regatas oficiales con profesionales a bordo y con materiales profesionales y casi inaccesibles. Al ser el sábado el día escogido para celebrar estos encuentros, se les llamó ‘sabatinas'. De esta manera, empezó una tradición social y deportiva que ha ido creciendo en los últimos 40 años hasta expandirse por la mayoría de clubes náuticos de la Isla.
«Éramos una generación que casi no había recibido formación náutica. Por aquel entonces, aprender a navegar a vela era un privilegio. De hecho, de los 300 o 400 jóvenes de mi generación que había en mi pueblo, solo dos habían ido a clases. Gracias a las ‘sabatinas', pudimos aprender a navegar», explica Toni Rosselló (Llucmajor, 1950), uno de los impulsores de estos encuentros. «Las regatas amateurs son muy importantes, porque son la puerta de entrada y la base para que la gente empiece a navegar y algunos decidan incluso profesionalizarse», destaca.
«Empezamos 6 o 7 amigos que quedábamos los sábados para regatear. La organización era muy de andar por casa. Como no había boyas que marcaran el recorrido, al principio usábamos un bidón de 100 litros de plástico que cogimos de la fábrica en la que trabajaba Toni», rememora Biel Lladó (Campos, 1945), otro de los pioneros y autor del término ‘sabatinas'. «Poco a poco, se fue sumando gente y el asunto empezó a crecer. Lo que había empezado como una cosa entre amigos, sin más ambición que salir al mar a divertirnos y después comer juntos, se convirtió en algo más serio y competitivo, con embarcaciones y navegantes que venían desde otras partes de Mallorca y que en aquella época todavía no tenían esta modalidad de regata social en sus clubes», recuerda.
Había llegado el momento de oficializar las sabatinas. «Al principio, para controlar la clasificación y registrar las llegadas a meta de los regatistas, había un amigo que se colocaba en la escollera de entrada al puerto, pero muchas veces no sabía cuál era cada barco. Para mayor confusión, a veces empezaban a llegar embarcaciones que habían ido a pescar calamares o lo que fuese, mezclándose con los participantes, con lo que se formaban unos jaleos monumentales», señala entre risas Llorenç Gil (Palma, 1940), el primer juez de regatas ‘serio' que tuvieron las ‘sabatinas' una vez se institucionalizaron, ya en los 90. «Al igual que los regatistas, yo también tuve que aprender a aplicar reglas, certificados y ratings. Al principio tampoco tenía ni idea», reconoce.
Cuarenta años después, decenas de navegantes procedentes de clubes náuticos de Palma, Can Pastilla, s'Arenal, Portocolom, Porto Cristo, Portopetro y Cala Rajada se desplazarán este sábado hasta sa Ràpita, donde pernoctarán para al día siguiente rendir homenaje a estos eventos sociales y deportivos y a sus pioneros en la I Trobada Sabatinera, una cita histórica organizada por el CNR. «Por supuesto, la jornada concluirá con una gran torrada de hermandad entre clubes y entre tripulaciones», explica Toni Reta, veterano ‘sabatinero' y responsable de la sección de Cruceros del club, quien celebra que «actualmente las sabatinas de nuestro club están en pleno auge». A su juicio, «la parte social es tan importante como la deportiva. Las sabatinas siempre han sido una excusa para hermanarnos en torno al mar», remacha.