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Laura, del Café Red, una enamorada del café que llega de Etiopía l 16 años ya...

Laura ha conseguido dos trofeos Aeropress. «Espero que no sean los últimos».

| Palma |

Laura Michelle Coe es norteamericana, de Orange County (California). En la universidad de Santa Bárbara estudió Global Studies. Para pagarse sus gastos, trabajó en una cafetería próxima al lugar donde estudiaba, y allí se interesó por el café. Finalizados los estudios, se planteó a dónde ir, y se decidió por Barcelona, «ciudad que me interesó por su cultura y porque tiene mar y playas. Allí di clases de inglés y trabajé en una cafetería de las de Café Especialidad». Transcurrido un tiempo, cambió de aires, yéndose a… ¡Nueva Zelanda!, e instalándose en una ciudad llamada Mount Maunganui, situada en la isla del norte, más o menos a la altura de lo que sería el tacón de esa especie de bota invertida que forma este país insular.

En dicha ciudad, Laura pasó medio año, probablemente haciendo surf, dado que es uno de los paraísos de los surfistas, y trabajando, ¡cómo no!, de barista en el George, una cafetería situada frente a la playa, donde, seguramente, siguió investigando en torno al café, «pues siempre lo he hecho allá a donde he ido». Seis meses después, regresó a Barcelona, trabajando en la misma cafetería de antes. Y de Barcelona se vino a Palma. Por lo mismo: por su espíritu viajero y por sus playas.

¿Y qué hace desde que está en la Isla? Pues, como no podía ser de otro modo, trabajar en una cafetería. Concretamente en el Café Red, perteneciente al grupo de galerías de Arte Red, que fue donde la conocimos la otra mañana. El lugar no es muy grande, pero tiene lo esencial: una barra y un par de mesas redondas con sus sillas para los clientes. Es un lugar que rezuma arte por sus cuatro costados: en las paredes penden pinturas de Andy Warhol, concretamente una, la del bote de Cambell's de sopa vegetal, tres de Sol Felpeto, una de ellas, la más pequeña, colgada en la pared del fondo, a la derecha, inspirado en él. Por lo demás, en estanterías, y entre otras delicatesen, se pueden ver las diversas clases de cafés Mistral, y en el mueble de la pared de la derecha, bajo los cuadros de Felpeto, varios libros de cocina y recetas, y más delicias, lo que hace que sea como una pequeña galería del buen gusto.

Laura, viajera incansable y estudiosa del café. Fotos: NATASHA CANTERO

Volviendo al café, Laura, que se define como barista y amante del café por encima de muchas cosas, reconoce que después de haber probado bastantes, «me quedo con los cafés que nos llegan de Etiopía, que suelo servir de vez en cuando, ya que me gusta ofrecer distintos cafés, y así conocer diversos sabores».

También tiene muy claro que un descafeinado nunca podrá sustituir a un café. «Yo, antes de un descafeinado, pido agua», dice muy segura de sí misma. Recomienda, también, tomar el café solo. Ni carajillo, ni reventat. «Porque si uno, además de café, quiere un coñac o un whisky, que lo pida, pero aparte. Y en cuanto al número de cafés que uno puede tomarse… Pongamos que tres al día».
En otra de las estanterías, nos llaman la atención dos objetos que nada tienen que ver con las otras exquisiteces expuestas. Ella nos saca enseguida de dudas: «Son dos trofeos que he ganado gracias al café. Uno de ellos es el Aeropress campeón de Balears 2019, y el otro, el Aeropress Balears 2021, segundo clasificado. Ambos campeonatos disputados en Eivissa. Espero que no sean los últimos que consiga».

Observamos que no siempre hace el mismo dibujo sobre la superficie del café. «En realidad hay tres tipos de dibujos básicos: tulipán, cisne y corazón, a los que yo, y pienso que también lo hacen otros baristas, he añadido otros tres: serpiente, dragón y tigre. Casi siempre, y más si no voy agobiada de trabajo, suelo hacer el dibujo según veo a la persona… A usted, por ejemplo, le haría un tigre».
Quedamos en que pasaremos otro día por allí, y en esa ocasión pediremos un café etíope. Por eso le decimos que cuando lo haga, pues como nos ha dicho, no siempre sirve el mismo café, nos avise, y entonces, ante una buena taza de ese café hablaremos de Fray Junípero Serra, que como californiana sabe quién es y conoce parte de la obra que hizo en su país, y si no ha ido todavía, le recomendaremos que haga una vista a su casa, en Petra, visita más que obligada para cualquier californiano que esté de paso o se haya establecido en la Isla.

Fiesta de aniversario

El 16 de los corrientes, es decir, mañana, Coloma, de Vestit-B, organiza una fiesta para celebrar los 16 años que tiene la tienda. «Será por la tarde. ¿Qué a qué viene la fiesta…? Pues yo quiero celebrar haber podido llegar hasta aquí, habiendo pasado por momentos difíciles. Porque, abrir la primera en calle Velázquez, en 2008, en plena crisis económica, fue enfrentarse a tiempos difíciles ya desde el principio. Sin embargo, debo de reconocer que las cosas no me fueron mal en los tres años que estuve en esa zona, puesto que en 2012 me pasé a calle Oms, donde estuve seis años. Para mí, los más productivos en cuanto a ventas. En ello contribuyó que comenzaba a hacerme un hueco, y a que la calle es muy transitada. Pero me tuve que ir porque la propiedad del local no me renovó el contrato, así que en 2018 me vine a donde estoy ahora. Aquí he pasado la crisis de la pandemia, cerrando un mes a causa del confinamiento, a ello sumemos que he tenido la COVID, y que junto a otros comerciantes estamos luchando para que no peatonalicen esta zona, lo cual supondría una nueva crisis, dentro de la crisis que aún seguimos padeciendo…».

Coloma ante su 16 aniversario,

Peor, imposible. Porque la crisis sigue estando ahí, sigue diciéndonos. «Y en lo que a nosotros respecta, como la gente no sale como antes, no puedes organizar eventos, ni asistir o participar en los que se puedan hacer por ahí, por lo cual no se compra ropa pese a que la pongas a precios bajos. Mientras tanto, tienes que seguir pagando los recibos de la luz, cada vez más altos, pagar los impuestos… Pero, pese a todo, has de seguir luchando con la esperanza de que todo esto acabará algún día y que recuperaremos la normalidad. Una normalidad distinta a la que estábamos acostumbrados, pero.... Mientras tanto, como seguimos con ilusión, o al menos yo la tengo, vamos a celebrar esta fiesta, con unas modelos y cava, una fiesta a la que he invitado a clientes y amigos, con el deseo de que esta pesadilla que estamos viviendo pase pronto. ¿Qué si soy optimista…? Tengo que serlo, ¿no? Tenemos que serlo, porque peor de cómo nos ha ido, no creo que vengan las cosas».

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