Tere Picó es una vieja amiga nuestra, vieja en años de amistad, que desde hace tres no lo está pasando muy bien. Todo porque se le cayó encima un hombre ocasionándole una luxación de rótula y rotura de menisco de su pierna derecha. Pero, como poco después se declaró la pandemia, «se dio prioridad a los afectados por la COVID-19, quedándome a la espera de que me pudieran operar, cosa que aún no han podido, pues peso por encima de los cien kilos y hasta que no me quede por debajo de ese peso, el anestesista considera que no es conveniente operarme».
Lo cierto es que antes del accidente, Tere pesaba 47 kilos, «pero al no poderme operar, ni tampoco caminar por las lesiones que tengo, me planté por encima de los cien. Normal, comer, y a veces, a causa de los nervios, más de la cuenta, y sin poder caminar como antes, hace que ganes kilos. Incluso estas Navidades he engordado siete, de los que hasta ahora me he quitado casi seis, todo a base de controlarme en las comidas y, dentro de mis posibilidades, y ayudándome de una muleta, caminando unos 5.000 pasos diarios. Que si pudiera, caminaría más. Pese a ello, no soy la que era. Me refiero a la estética, pues he pasado de la talla 34 a la 48, lo cual, además de ganar kilos, ha supuesto un aumento más que considerable de pecho, pues el sujetador que ahora utilizo es un copa 130 E, cuando antes del accidente me los ponía de 90. Vamos, que tengo pecho para dar y regalar... Sí. Tengo más pecho que dos cubanas juntas –dice, riendo–. Eso sí, lo que no me pongo son tanguitas ni cosas de esas, como hacía antes, sino bragas-faja, con las que me siento comodísima…. Y ya me ves, ¡feliz! Y no por llevar esas bragas, sino porque estoy viva, y porque parece que pronto voy a ser operada, y una vez que haya pasado por el quirófano, podré caminar más y hacer ejercicio. Incluso me pondré a dieta a fin de recuperar, si no la figura que tenía antes, otra parecida. Ya digo: todo es cuestión de mentalizarse y de ser positiva, como creo que soy a pesar de lo que me ha pasado».
Otros trastornos
Luego, echando mano a la sinceridad que siempre la ha caracterizado, nos confiesa que ya, para colmo, se le ha ido el periodo. «Sí. Me quedé menopáusica, por lo que fui a la doctora, que me recetó unas pastillas recomendándome que tuviera relaciones sexuales. Me tomé las pastillas, me volvió el periodo, pero como no estoy mucho por relaciones sexuales, además, ¿con quién, si desde hace diez años no tengo novio?, se me volvió a ir, y desde entonces no ha vuelto, por lo que ahora sí puedo decir que soy menopáusica de verdad, con fríos y sofocones a menudo, pero, repito, con ganas de vivir. De volver a ser la que fui. Porque, pese a lo que me pasa, y al cambio físico tan grande que he tenido, soy una mujer feliz, a la que algunos hombres siguen echándole los tejos. Pero ahora yo estoy para otras cosas y no para echarme un novio», –dice, resignada–; aunque advierte que «cuando esté bien, ya lo tendré. Vamos, seguro... Por lo demás, vivo en una habitación de alquiler, y como no salgo, ni voy a fiestas, como antes, con lo que tengo me basta para vivir, y más cuando, desde un tiempo a esta parte, con la intención de adelgazar para ponerme por debajo de los cien kilos y así poder operarme, me alimento a base de mucha verdura».
Recibo piropos
Tampoco tiene muchos problemas, ni complejos, a la hora de vestir. Porque, en vez de lamentarse ante lo que ha sido inevitable: aumentar de peso debido a la inactividad, que ha sido casi total, «para vestirme busco tallas grandes, que las hay, y como no quepo en un abrigo, me pongo ponchos, que caen muy bien y encima abrigan... En cambio, donde sí tengo problemas es a la hora de atarme los zapatos, ya que no llego… Sí –se ríe–, la barriga no me deja, así que me las tengo que ingeniar para ponérmelos… O no usar zapatos con cordones. Ya digo, para hacer frente a lo mío no es cuestión de desesperarse, que hay motivos, sino todo lo contrario, hay que sonreír a la vida pensando que vendrán tiempos mejores. Por lo pronto, y para irme preparando para cuando lleguen esos tiempos, me he puesto lentillas y me he teñido el pelo de rojo. Y en cuanto a la gente que me conoce, me reconoce y me anima. ¿Que si me han llamado alguna vez gorda, aunque sea en broma…? No, nunca. Todo lo contrario, no hago más que recibir muestras de ánimo y cariño, y por parte de algunos hombres, piropos».
No hay que desanimarse
Por tanto, es evidente que Tere está ya en la cabecera de pista para despegar rumbo al quirófano. Solo le falta, para poder entrar en él, perder un par de kilitos... Ponerse por debajo de los cien. «Ya digo, de no haber sido por la pandemia, donde las personas afectadas han tenido prioridad sobre los demás, ya estaría más que operada y encima no hubiera engordado, pues habría caminado, hecho ejercicio... Pero, como digo, soy mujer positiva, por lo que pronto todo se arreglará.... Y es que, si lo eres, piensas siempre en positivo. Piensas, en mi caso, que si estoy así es debido a que, a causa de la pandemia, no me han podido operar, que si no, ya estaría más que operada y no hubiera engordado, pues habría caminado. Y lo de ser positiva es un mensaje que mando a las personas como yo, o que están en mis circunstancias. Que piensen que todo se puede solucionar. Es más, ser o pensar en positivo, te ayudará a superarte ante las adversidades. Y que piensen también que lo importante es vivir. ¿Que qué haré cuando me recupere? Vivir, disfrutar de la vida, que es lo más importante, y valorar lo que tienes y a las personas que están a tu lado». Pues que así sea.
Nos gustaría, por ejemplo, verla el próximo uno de enero en la playa de Can Pere Antoni, luciendo bikini para darse el primer baño del año, como ha hecho en los últimos años. Será buena señal. También nos gustaría, que para eso la hemos hecho asomar hoy a través de esta página, que personas que estén en situaciones parecidas a la suya, que no desesperen, ni arrojen la toalla, sino que sean positivas, y que luchen.