De un tiempo a esta parte no hacemos más que oír hablar de las criptomonedas, de que muchos se han hecho ricos a través de ellas. ¿Será verdad? ¿O es la criptomoneda un pufo de padre y muy señor mío? Lo mejor es salir de dudas, cosa que hicimos a través de Dani di Giorgio (en Instagram: @Danielistrico Oficial). Italiano de Lombardía, residente en Palma, que hasta no hace mucho trabajaba como rotulista para una empresa, trabajo que ha dejado desde que se metió en este mundo, en el que sigue dedicado plenamente, ahora como experto en criptomonedas y finanzas descentralizadas, e iniciando en él a otras personas.
Tiene en proyecto para 2022 crear, junto a sus dependencias de trabajo, una escuela donde iniciar gratuitamente en este mundo a la gente que le interese, «pues –dice– la criptomoneda es el futuro. Para, entre otras cosas, una mayor privacidad a la hora de hacer una transferencia, cosa que hoy, con la moneda actual, no se puede. Porque si quiero mandar criptomoneda al otro extremo del mundo, puedo hacerlo directamente, sin intermediarios, ya que tú eres tu propio banco. Tanto es así que muchos bancos se han asociado para crear su propia criptomoneda».
Naturalmente, hay que ir con cuidado. En el mundo de la criptomoneda no es oro todo lo que reluce, por lo que puede haber timos a punta pala. «En el mundo puede haber entre ocho y diez mil criptomonedas –asegura Dani–, de las cuales, un 50 ó 60 por ciento son estafa. O un scam, que es como se la denomina en el argot. Por ejemplo, a raíz del éxito mundial que tuvo la serie surcoreana El juego del calamar, unos listos crearon una cripto denominada Squid, lo que produjo lo que se denomina el «efecto rebaño» o, lo que es lo mismo, que miles, tal vez millones, de personas invirtieron… Porque, ¿cómo va ir mal una moneda que lleva el mismo nombre que el de una serie de éxito mundial…? Pues fue mal, muy mal, ya que a los pocos días, los creadores pillaron todo el dinero y desaparecieron. ¡Y búscalos, que no los pillarás!».
Por ello, «hay que huir de todo lo que sea, o huela, a efecto rebaño», dice. «También hay que ver con quién te asocias o a quién le pides que mueva tu dinero, pues algunos, bastantes, hablan mucho y luego de lo dicho, nada. Para evitar esto has de informarte de lo que se denomina white paper, o papel blanco, que es el documento a través del cual la empresa de cada proyecto explica lo que está haciendo y lo que pretende hacer de acuerdo a los medios que tiene. El white paper está enlazado con las páginas oficiales que demuestran que el proyecto es legal. Por tanto, si no tiene white paper o si lo tiene, pero no aparece en ese registro, olvídate. ¿Se puede falsificar el white paper? Se puede, pero es muy difícil y, como te pillen, la sanción que puede caerte es muy grande. Por tanto, nadie lo hace».
Cómo invertir
Una vez conseguido a la persona que funciona legalmente, vamos a lo práctico. Supongamos que tenemos debajo del colchón 10.000 euros. ¡Venga, invirtámoslos en una cripto legal. ¿Qué hemos de hacer? «En primer lugar, crear una cuenta o cartera criptográfica, llamada también wallet, en la que puedes ingresar dinero Fiat (es decir, dólares, euros, yuan chinos, criptomoneda…), en este caso, serían euros. Diez mil, concretamente. Hecho el ingreso, te dan una tarjeta con la que puedes operar con el dinero que tienes. En este caso, no operes enseguida, porque si lo haces, lo harás con el dinero que has puesto. Espera un año o, incluso, a veces menos. Espera para que crezca. Es lo que se denomina holdear. Dejar el dinero, no tocarlo y esperar a que fluya.
Llegado a este punto, verás que la moneda crece, que adquiere más valor, pero, ¡ojo! también puede ocurrir que pierda valor. En ambos casos, no enloquezcas.
Es decir, si ves que ganas, no metas más dinero. Porque puede bajar y perderlo todo. Por tanto, aguanta, espera al menos hasta que hayas doblado la cantidad invertida, que es cuando puedes sacar la mitad y gastarla o invertirla en otra criptomoneda. O dejarla y que vaya creciendo. Por tanto, la recomendación es esperar. Y si ves que pierdes, tampoco saques lo que has puesto. Espera también. Porque seguramente subirá, incluso mucho más de lo que te imaginas. ¿Cómo te lo diría llegado a este punto…? Bueno, sí. Has de actuar como los robots, sin sentimientos, fríamente. Has de tener paciencia, no precipitarte. Ser como un robot».
Dani cuenta que la pandemia, con todos los problemas que nos ha generado ha sido buena para la evolución de la criptomoneda, «pues desde que se declaró, hasta hoy, veinte meses más o menos, aparte de que ha crecido el número de criptomonedas, la gente, encerrada en casa, sin saber qué hacer, ha descubierto este mundo, se ha interesado, ha preguntado y ha invertido en él. Poco o mucho, pero ha invertido. Y les ha ido bien. Hoy hay personas que me están agradeciendo el haberles recomendado que invirtieran».
Para artistas
Y… ¡oído, artistas plásticos! Dentro del mundillo de las criptomonedas, cuenta Dani, hay otro mundo denominado en el argot NFT, o token –moneda o unidad de valor en el mundo de las criptomonedas– no fungible, a través del cual, supongamos que seas pintor, puedes digitalizar tu obra, por lo que las conviertes en únicas, imposibles de falsificar, conseguir a continuación un certificado de autenticidad y un número de serie y la metes en una plataforma digital, de las que hay varias, y a esperar, pensando que esa imagen la puede ver cualquier persona en cualquier lugar del mundo, interesarse por ella y comprarla, o comprar solo una parte. Una imagen para llevarla en tu móvil, tablet u ordenador y, si quieres, puedes hasta hacer una copia y colgarla en la pared de tu casa. El valor es la firma, la autenticidad y la serie…
Y es que los tiempos han cambiado que es una barbaridad. Y lo peor, que como no te enteres y te metas, estás perdido. Si no, quién iba a decir hace unos años que los followers, influencers, etc., iban a ganar lo que ganan, a través de una pantalla digital por el simple hecho de tener los seguidores que tienen. Por ello, muchos han dejado sus trabajos para entregarse plenamente a este otro universo. Por eso decimos que todo ha cambiado y entre ese todo está el dinero y el arte.