Mallorca se ha convertido durante unos días en la capital mundial de la danza oriental gracias al festival Etoiles d'Orient, celebrado en el Occidental Playa de Palma. En su séptima edición, ha contado con algunos de los mejores exponentes internacionales de esta modalidad de danza, de origen egipcio pero ramificada por diversos lugares del mundo. En total, han participado seis estrellas mundiales, de las cuales hay cuatro ucranianas –Alex Delora, Diva Darina, Anna Chepets y Julia Farid– y el único hombre en el elenco, el argentino Óscar Flores. También ha actuado la organizadora del festival, Levana, seudónimo de Noemí García, directora de la escuela de danza Aloha.
«El festival surgió hace ya ocho años con la idea de ofrecer a las alumnas interesadas en esta danza la posibilidad de formarse con las mejores bailarinas del mundo, sin tener que desplazarse al extranjero», explica. «Poco a poco, el festival ha ido creciendo hasta convertirse, este año, en uno de los más importantes de toda Europa. Ha sido increíble la enorme respuesta de gente interesada en asistir al festival, desde países como Alemania, Polonia, Lituania, Holanda, Italia, Perú... Ha venido incluso gente de la India. Ha costado más que venga gente de Mallorca que del resto del mundo», destaca.
Respecto a la gran presencia de ucranianas en el cartel, explica que «la danza oriental es de origen árabe, pero se ha ido extendiendo por todo el mundo y se ha mezclado con las danzas y tradiciones de diferentes lugares, desarrollándose estilos locales muy marcados en lugares como Argentina o el este de Europa, donde se ha mezclado con elementos del ballet y la danza clásica rusa. La escuela ucraniana es una de las más importantes del mundo», señala. Además de las actuaciones de los artistas invitados, el evento también ha acogido una competición en modalidad junior y profesional y ha contado con 14 talleres a cargo de las estrellas invitadas, a los que han acudido un centenar de alumnos, fundamentalmente mujeres, aunque no han faltado hombres. «Es una danza tradicionalmente femenina, es innegable, pero cada vez son más los hombres interesados. Es un estilo en el que se trabaja el cuerpo de forma muy completa y eleva muchísimo la autoestima. Te empodera», asegura. Aunque «es un baile muy femenino y sensual, que llama mucho la atención porque además se usan velos, espadas y otros complementos», Noemí García pone el acento en «no sexualizarlo. Es cierto que en sus orígenes fue un baile de seducción, pero se trata de entender que la danza es danza, y nada más que danza», remacha.
Evolución
En este sentido, «todas las bailarinas de danza oriental hemos tenido que soportar situaciones y comentarios desagradables, aunque ya no tanto como hace unos años. Hoy en día, hay danzas mucho más explícitas, aunque igual de respetables, como el twerking, así que supongo que lo nuestro llama menos la atención en ese sentido», reflexiona. Noemí García lleva practicando esta danza, mal llamada ‘danza del vientre', desde hace veinte años. «Tenía 21 años y cada día pasaba por la tienda de velas de la calle Oms. Siempre veía un cartel que anunciaba ‘clases de danza del vientre', hasta que un día pasé a preguntar porque vi a la dependienta bailando. Resultó que justamente estaban a punto de abrir un grupo nuevo y era justo al lado de casa de mis padres. Creo mucho en el destino, así que me apunté». Dos décadas después, tiene su propia escuela, viaja por todo el mundo impartiendo talleres de danza y es la organizadora de un festival que cuenta con las artistas más punteras en esta modalidad.