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Luis Piedrahita: «El humor siempre es sorpresa intelectual»

El humorista, escritor e ilusionista presenta en Son Amar su nuevo monólogo

En su monólogo, Piedrahita analiza el porqué de nuestra insatisfacción. | Diego Martínez

| Palma |

Humorista, ilusionista, guionista y escritor, Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) es un artista polifacético con un sentido del humor genuino y una dilatada trayectoria. En el marco del festival FesJaJá, Piedrahita visita este domingo Son Amar a las 19.00 horas con su nuevo monólogo Es mi palabra contra la mía.

Háblenos de su nuevo show.
–El show habla de que nadie está contento con lo que le ha tocado, de todos los sinsabores que atravesamos. El secreto es que, al final, se da una clave que desactiva todos esos descontentos. Es el mejor que he hecho hasta ahora. No lo digo para intentar venderte una burra; lo digo aterrorizado, porque no se qué voy a hacer para superarlo.

Usted suele partir de los pequeños detalles...
–Es una estructura humorística muy eficaz. El humor tiene que ser siempre sorpresa intelectual, parece que hablo de una cosa, pero, en realidad, estoy hablando de otra. Si empezamos hablando sobre un botón o un agujero en el bolsillo y acabamos hablando de la ausencia y la pérdida de los seres queridos, has hecho algo inesperado.

¿La sorpresa es el factor común entre magia y humor?
–La magia y el humor tienen una cosa en común, sorprenden al espectador con un final inesperado.

¿Cuál es el secreto para tener público de todas las edades?
–Tratar al adulto como si fuese un niño y tratar al niño como si fuese un adulto, y hablar de temas que todos tenemos en común.

También dice que pasa muchas horas en su escritorio...
–Creo que soy más trabajador que talentoso. Como Indurain, aguanto en la bicicleta el tiempo que haga falta. Igual no es un sprint muy espectacular, pero de media he estado sentado más tiempo que nadie.

Tras toda esa preparación, ¿cabe la improvisación?
–Me gusta escuchar al público. Siempre encuentras algo; agarrarse a sus propuestas, el hecho de que el traje esté confeccionado a medida y que ese show sea único, convierte el teatro en lo que es: un rato en común, una comunión entre el artista y el espectador.

¿Ha cambiado el sentido del humor de la gente?
–Con las redes sociales se ha instalado una especie de sensibilidad prefabricada. Hace 40 años, en España no se podía hablar de nada; luego vino una época en la que se pudo hablar de todo y, ahora, parece que se puede hablar de todo, pero en ralidad no se puede hablar de nada. Me atrevería a decir que es la peor de las tres.

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