Síguenos F Y T L I T R

Lo que nunca comería

Una serie de personajes conocidos de Mallorca comentan qué productos alimenticios aborrecen por ser perjudiciales o porque no les gustan

Redacción Digital

| Palma |

La gran mayoría de los ciudadanos tenemos nuestras filias y fobias culinarias.

Unas lo son porque las consideramos perjudiciales para nuestra salud, como los azúcares o las grasas, principalmente, pero hay otras que las aborrecemos por su aspecto, pero sobre todo por su sabor.

Fanny Pons. «Yo quitaría las chucherías, no sé si de la faz de la tierra, pero sí que las limitaría mucho ya que contienen entre un 40 y un 70 % de azúcar, es decir, nos aportan muchas calorías vacías además de otros compuestos para poder conseguir texturas y colores atractivos», explica la farmacéutica experta en nutrición. «Como anécdota puedo contar que cuando era pequeña me comí un caramelo en clase y al llamarme la atención la profesora me lo tragué y se me quedó en la garganta. Casi no lo cuento así que otro peligro que tienen sería éste, que si no vamos con cuidado nos podemos atragantar y tener un serio disgusto».

Natasha Zupan. «Yo eliminaría el azúcar blanco. Aparte de que es adictivo, es malísimo para la salud. Al eliminarlo, incluiría todos los productos en los supermercados que lo contienen», dice la artista mallorquina de origen norteamericano. Zupan añade que «a los 16 años, una compañera de clase del Kings College me explicó sus peligros y desde entonces lo eliminé del café y todo lo demás».

Guillem Nadal. «Es posible que por mis experiencias gastronómicas en países asiáticos anulara de la dieta humana el consumo de perro y murciélago, aún habitual en países como China, Indonesia, Vietnam, Laos…», explica el artista. Nadal añade que «los dos animales son portadores de patógenos que pueden afectar gravemente nuestra salud».

Franco Russo. El jugador del Real Mallorca tiene una relación de amor-odio con el chocolate: «El chocolate 90 % cacao, que lo quieres comer para sacarte las ganas de algo dulce, es terriblemente asqueroso y amargo. Tampoco entiendo el precio del caviar, muy caro para lo que es».

Pep Magraner. Como gerente de la Associació de Forners i Pastissers de les Illes Balears, no entiende un producto de mala calidad. «El pan de barra congelado industrial, también conocido como ‘pan de gasolinera', es insípido e insano». Magraner recuerda que «un día de excursión por la Serra de Tramuntana alguien trajo unos bocatas con sobrasada con este tipo de pan industrial. Era imposible de tragar. Retiramos la sobrasada, que era buenísima, y nos la comimos con galletes d'oli».

Tomeu Caldentey. El reconocido chef asegura no tener ningún producto que borraría. «Algunos me gustan más que otros y creo que todo ponderado se puede comer y cada producto tiene su lado positivo».

David Gómez. Más rotundo se muestra el pianista David Gómez. «Eliminaría de la faz de la tierra la bollería industrial. Habría que perder un poco más de tiempo en escuchar a nuestros abuelos. Ellos cocinan en general de forma más natural y saludable. Siempre ponemos la excusa del tiempo, y la vida sólo se vive una vez. Personalmente invierto el tiempo necesario para cuidar mi alimentación. Es una cuestión de autogestión. De pequeño odiaba la cebolla en los macarrones, tenía la sensación como si la salsa de tomate estuviera repleta de gusanos».

Rosa de Lima. «El alimento que llevo peor es el chorizo. Solamente el aspecto que tiene, ese color rojo mezclado con el blanco de la grasa, y el sabor en mi boca tan sumamente aceitoso, es insoportable para mí», reconoce la artista. De Lima recuerda que «de niña iba a los cumpleaños de los amiguitos, y ahora incluso de mayor, siempre se ponen los típicos sándwiches de pan de molde con chorizo y nocilla. Pues bien, no me gusta ni el chorizo, el cual aborrezco sumamente, y tampoco soy muy fan del chocolate. Lo que hacía que en esas fiestas de verano, siempre me quedara sin comer».

Pep Noguera. «Borraría de la faz de la tierra las coles de Bruselas». Así de rotundo se muestra el integrante de Diabéticas Aceleradas. «Son un fraude. Me han recordado a las coles de toda la vida pero rollo bonsái. Las comía a la fuerza, por mi madre, y me daban una dentera tremenda en el paladar. Me parecen una hortaliza absurda, pequeña, que no le da un mejor sabor a ningún plato. Me animaría a montar una asociación o un partido político para abolir de la faz de la tierra y del universo este producto», añade Noguera.

Isidoro de Miguel. «Ahora, la gran mentira es el pan de masa madre, que no lleva el proceso correspondiente pero lo venden así», explica el empresario. «Me gusta mucho el pan, quizás demasiado, pero me siento engañado porque hoy en día donde vas te lo ofrecen y en la gran mayoría de los lugares es un producto hipercongelado».

Lo más visto