No es la arena de la Platja de Palma la más dorada ni la más fina de nuestra costa, pero ayer locales y turistas parecían alcanzar allí la plenitud del reposo.
Tras unos días de lluvia y cielos borrascosos, el sol y el calor reaparecieron en una jornada agosteña que generó una gran afluencia de público en el litoral palmesano.
Con un singular amasijo sonoro de reguetón y schlager hits como telón de fondo, cada cual disfrutaba de la cálida mañana a su manera. Mientras unos aprovecharon el día para pasear o practicar deporte al aire libre, otros se dejaban hechizar por los encantos de la primera línea de playa. Sobre las tumbonas y toallas, que poblaban buena parte del arenal, se entregaban a la lectura o a los masajes playeros, y unos pocos se lanzaban al agua.