La criminalista colombiana Carolina Ortegon apartó hace dos años sus estudios de Psicología criminal, en pleno curso, para aprender Estética. Su auténtica pasión. «Quiero montar mi propia clínica de Estética, pero ahora mismo dependerá de la situación de la pandemia», comenta mientras ultima el body paint que comenzó a trabajar seis horas antes. Un trabajo que, al igual que sus compañeras del curso de Maquillaje del centro María y José, presentan con motivo del fin de curso.
La pintura corporal, o body paint, como popularmente se le conoce, reapareció en Occidente a finales del siglo XX. Se trata de un arte transitorio, en el que el pintor crea un dibujo sobre su modelo, ocultando incluso la desnudez de la piel.
Irene Sales tiene 21 años, y siendo niña quería ser desde abogada a cantante o psicóloga, pero tras estudiar Comercio y marketing sabe que quiere dedicarse a la Estética. «Hago cursos de micropigmentación, uñas acrílicas, etc., que es a lo que me quiero dedicar». El body paint exige un minucioso trabajo en el que las alumnas siguen el boceto para ir trazando cada detalle. Utilizan productos como agua-colores, purpurinas, prótesis de látex, pedrería, etc., que van dando forma a un efímero traje que tapa la desnudez. Tras una ducha, todo el trabajo se disolverá.
Corazón Betoret pinta a Palmira, su hermana gemela. «Es duro hacer de modelo, pero por mi hermana, lo que sea», comenta Palmira, quien observa en el espejo cómo va quedando su personaje. «Lo más difícil, para mí, es pintar ya que mi fuerte no es el dibujo», comenta Corazón, quien en un futuro le gustaría tener su propio salón de estética. Profesión que todas ellas tienen en común, menos Marta Calafat, que a sus 21 años de edad aún no tiene claro a qué se quiere dedicar, pese a que el suyo, Sombrero loco, es uno de los mejores trabajos de body point presentados. Marta asegura que «me gusta el dibujo y de hecho ya he hecho algún dibujo en barrigas de embarazadas».
Marita Ligero ya trabaja en el mundo de la estética y antes lo había hecho en el sector de la hostelería como camarera, recepcionista y secretaria, pero animada por su padre se decidió hacer este curso, donde ha encontrado lo que a ella realmente le llena. Lo mismo que Saray Laguana, que ha trabajado de comercial y camarera pero «siempre he tenido claro que me quería dedicar a esto».