«Tòfol Colom, de Felanitx a Washington». Las verbenas en las plazas de Mallorca y las cintas en los cassette de los coches sin aire acondicionado cantaban con profusión a los Ossifar a finales del siglo XX. Entonces todo rasgo característico o personaje mallorquín distinguido eran susceptibles de sacarle punta, y ni Cristóbal Colón se salvó de la quema a pesar de que su origen es hoy por hoy un misterio. La posible mallorquinidad del hombre que se arrogó el mérito de ‘descubrir' América a los europeos, a pesar de que aquella tierra fuera habitada miles de años antes y de que navegantes escandinavos ya hubieran cubierto el trayecto varios siglos antes, no sería menos. Es un tema controvertido, genera pocos consensos. Muchos historiadores dicen que Cristóbal Colón llegó al mundo –el viejo, el europeo– en una casa de Génova. La actual ciudad del norte de Italia, que preside el golfo del mismo nombre, constituía en la época medieval una potencia naval de primer orden en el Mediterráneo. Bien pudiera ser el hogar de uno de los navegantes más famosos de la historia. Hoy repasaremos la figura de Colón, el pionero y visionario marino apátrida.
Para entender las ansias de establecer nuevas rutas con las Indias hay que tener en cuenta que la caída definitiva del Imperio Romano de Oriente, del que hablamos en este otro artículo, encareció y dificultó sobremanera el comercio europeo con el extremo asiático. Por eso, cuando la idea descabellada del almirante llegó a oídos de la corte de Castilla no obtuvo una carcajada o un no rotundo por respuesta.
Al parecer estaba convencido de que las distancias oceánicas no eran tan insalvables como calculaban los sabios de la época. Además pensaba que, en el camino hacia las Indias, no faltarían islas en las que poder avituallarse. Su pronóstico se cumplió en cierta forma y logró completar cuatro viajes al Nuevo Mundo en poco más de una década, así como trazar una ruta para que otros la siguieran después de él.
Tampoco fue un santo, y como gobernador en América a Colón se le acusa de brutalidad con la población nativa. Asimismo, la relación con los gobernadores designados por Castilla en tierra colonial no fue fácil, hasta el punto de que resultó arrestado y expulsado entre el penúltimo y el último viaje. La controversia se mantuvo tras su fallecimiento, por los litigios con que sus herederos interpelaron a la corona hispánica, por aquello que consideraban debido y jamás satisfecho.
Más allá de estos hechos los expertos coinciden en señalar que, tal vez, el ocultismo con respecto al origen de Cristóbal Colón fuera una causa interesada, que su mismo hijo Hernando habría puesto por escrito en su momento, afirmando que a su padre no le interesaba para nada que se le conociera patria. ¿Por qué tanto celo? Puede que nunca lo sepamos.
Como dice el principio del artículo, el consenso generalizado ubica el nacimiento de Colón en las tierras de la república genovesa, pero existen hipótesis minoritarias y alternativas. Una de ellas, defendida por algunos académicos del Principat, afirma que Cristóbal Colón era catalán. Según su parecer, los documentos que del navegante se conservan, en lengua romance castellana, contienen giros lingüísticos propios del catalán que denotan su procedencia.
De esta posibilidad han surgido divergencias y variantes, como la que recoge la supuesta condición de mallorquín de Cristóbal Colón. La dejó por escrito a finales del pasado siglo Gabriel Verd i Martorell, en la obra Cristóbal Colón y la revelación del enigma. En esta versión, que no obstante adolece de apoyos historiográficos robustos, identifican a Colón como descendiente del príncipe de Viana nacido en Felanitx. Regresamos de inmediato a la primera frase del reportaje para percatarnos de que, al menos para los mallorquines, Cristóbal Colón ya era un poco nostre antes incluso de que la ciencia dijera su última palabra.
Por cierto, recordemos que en Mallorca también tenemos una Gènova, como la italiana. Es el actual pueblo de Palma pegado a Sant Agustí en la serra de Bendinat, que según el Diccionari Català Valencià Balear fue un «caseriu situat a pocs quilòmetres de la ciutat de Palma», que con el tiempo se extendió.
Últimamente el revisionismo histórico ha llegado a su última expresión con Cristóbal Colón, y el personaje y su legado han sido blanco de las críticas entre algunos sectores, como en su día lo sufrió un mallorquín de procedencia contrastada, Juníper Serra, por todo el daño infringido a los nativos americanos en la evangelización de California. En concreto, recientemente en Ciudad de México una mujer olmeca ha tomado el lugar que tenía una representación del navegante de patria discutible en una de las grandes avenidas de la capital.
Sin embargo resulta estimulante saber que la controversia sobre el origen del capitán de navío que se lanzó a conquistar el Atlántico puede tener fecha de caducidad. Todavía no se conocen los resultados, pero un equipo multidisciplinar dirigido por el catedrático de Medicina Forense de la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, anunció antes del verano el análisis genético de los restos óseos de Colón, sirviéndose de las últimas tecnologías y la colaboración de cinco laboratorios de identificación genética de Europa y América. Hagan sus apuestas.