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Galeón, adiós a una época

El mítico bar de s'Arenal, que destacó por la clientela nacional en una zona de ‘guiris', echa el cierre tras 38 años

Paco posa en el interior del local, que aún conserva multitud de fotos. | Pere Bota

| Palma |

Parafraseando a Goscinny y Uderzo: «Años 80. Mallorca. Toda la zona de s'Arenal está ocupada por lugares de ocio destinados a los turistas extranjeros. ¿Toda? No, un pequeño local subterráneo situado en lo que hoy es el balneario 6 apuesta por un concepto diferente, donde la música española es su principal seña de identidad para frenar la 'invasión bárbara'». Nuestro Astérix y Obélix juntos es Francisco Jiménez Vizcaíno, nacido en Llucmajor hace 67 años y que ha decidido poner fin a esta aventura tras 38 años de dedicación a este negocio por el que han pasado infinidad de personas que ahora tienen entre 30 y 65 años.

‘Paco', como es conocido por todo el mundo, comenzó a trabajar muy joven como disc-jockey en la discoteca Iron, propiedad de Bartomeu Cursach. «Después conocí a Peter ‘Muppets', que tenía varios negocios, y empecé de camarero en Galeón, que había sido    antes un bar de ‘luces rojas'.Al poco tiempo me dijo si me quería hacer cargo del negocio y acepté».

Con una importante visión comercial, este fan del baloncesto y del fútbol sala –«me gustan más que el fútbol porque son deportes con más ritmo», explica–,    apostó por la música nacional para atraer al público local. Eso, junto a una selección del mejor funky y rock de los 70 y 80, convirtió a este angosto lugar en un ‘templo' de la diversión para miles de jóvenes. «Antes la gente se divertía de una forma más sana. Desde hace unos años hay demasiada cola en el baño», explica.

Francisco Jiménez, junto a la entrada del pub con el cartel de traspaso.

El bar funcionaba como un tiro, y desde su apertura en 1983 hasta 2005 vivió su época de mayor éxito. «Teníamos la ventaja, además, de que no sólo funcionábamos los fines de semana como otros bares y discotecas de Palma, sino que entre semana también hacíamos buenas cajas». Paco llegó a contar hasta con cinco    empleados, y en esta época sólo hay un motivo de tristeza, que fue el fallecimiento de su esposa, escocesa, hace 14 años.

A la buena música se unió una oferta de bebidas alcohólicas a unos precios ajustados. «Tanto es así que cuando llegó el euro hice la conversión casi al céntimo para que no hubiera aumento de los precios». Además, fue el ‘inventor' de una bebida que traspasó casi fronteras: la ‘pomada' granizada. «Fue increíble. Venía gente de toda Mallorca a probarla e incluso menorquines decían que eso no existía ni en su isla».

El respeto por el cliente siempre ha sido su seña de identidad y por ello nuca se le pasó por la cabeza dar garrafón. «Si engañas al cliente, ya no vuelve. El boca a boca corre muy deprisa y el negocio se va al traste».

Sin despedida

La única gran pena que tiene Paco es no poder despedirse como le hubiera gustado. «Me hubiera encantado hacer una gran fiesta, pero la situación actual no lo permite».

El local tiene un precio de traspaso de 35.000 euros y un alquiler mensual de 800. «Un chollo en un sitio en primera línea. Ya ha habido varias personas interesadas», asegura.     

Algunos locales de la competencia, viendo el éxito del Galeón, también apostaron por la música española con la intención de atraer a los clientes nacionales, con lo que la zona ‘nacional' se amplió. «A pesar de la edad, me hubiera gustado seguir, pero la COVID ha sido un poco la puntilla porque apenas hemos podido trabajar en las dos últimas temporadas. Lo bueno, que ahora veo más a mis hermanos y hace 15 días fui abuelo, y eso ha sido lo más grande.Si tenía alguna duda, con este nieto se me han ido todas.Además, tengo una empresa de estampación de camisetas y también estaré entretenido con ella».

Las fiestas temáticas, una de las claves de su popularidad

Romanos, piratas, años 70... Cada 15 días el Galeón ofrecía fiestas temáticas que causaron furor durante muchos años. Sólo había una regla: estaba prohibida la entrada a cualquier persona que no estuviera disfrazada de la temática elegida. «Más de uno se las ingenió para conseguir algo blanco y utilizarlo en forma de toga romana», recuerda Paco, quien atesora miles de fotografías.

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