«Cuando era jovencito, hacía muchas excursiones por la Serra de Tramuntana y siempre me quedaba embobado delante de estos olivos milenarios. Descubrí que dentro de estos árboles había cantidad de caras y de formas», recuerda Miguel Trías (Palma, 1942), dibujante y publicista que ha dedicado toda una vida a plasmar la esencia más pura y realista, y a su vez imaginaria, de los olivos de Mallorca con bolígrafo y plumilla, sobre todo.
Su colección ha viajado por todo el mundo, desde Europa, México hasta Nueva Zelanda. Miguel Trías siente que son «hijos» y siempre ha tenido una gran admiración por sus formas, troncos y figuras. «Los olivos son obras de arte que deberían estar en los museos», sostiene.
Desde los 14 años, el dibujante lleva consigo un cuaderno para anotar lo que percibe antes de comenzar a retratarlos:«No sé cuanto tardo en pintar un olivo. Me pongo música clásica y se me pasan las horas», confiesa.
Aunque su vida ha estado marcada por la publicidad y el márketing, Miguel nunca ha dejado de visitar sus «minotauros» en sus ratos libres. Destaca sobre todo los emplazados en la Sierra de Tramuntana. Ahora desde su casa, Miguel Trías se apoya en sus fotografías de olivos para seguir al lado de su «mundo pictórico. Si tuviera que definir mi pintura, diría que es realista. Utilizo tanto bolis, plumillas como lápiz, acuarela u óleo», asegura.
Su intención, ahora, es recopilar su colección en un libro con poemas de olivos.