«Robot, levántate», Oscar Constanza, un joven discapacitado de 16 años, da la orden y de forma lenta pero segura su cuerpo se levanta y comienza a caminar.
Atado a sus hombros, pecho, cintura, rodillas y pies, el exoesqueleto permite a Oscar cruzar la habitación y darse la vuelta.
«Antes necesitaba que alguien me ayudara a caminar... esto me hace sentir independiente», explica Oscar.
Le observa su padre Jean-Louis Constanza, uno de los cofundadores de la empresa que fabrica el exoesqueleto.
«Un día Oscar me dijo: 'papá, eres un ingeniero robótico, ¿por qué no haces un robot que nos permita caminar?'», recuerda su padre.
El exoesqueleto de Wandercraft se ha vendido a docenas de hospitales en Francia, Luxemburgo y Estados Unidos, por unos 150.000 euros. De momento no está a la venta para el uso personal.