Yo era muy jovencito cuando me enamoré de la música. No me di cuenta hasta que fui un poco más mayor, pero creo que esa es la manera de explicarlo. Las canciones de Queen, de Barry White, o de la querida Raffaella Carrà no solo me gustaban, como a mis familiares y amigos, a mí me entusiasmaban. Eran los años 70, los mejores de la música dance, y yo soñaba y vivía por la música y las discotecas». Quien habla es el hotelero Luis Riu, quien en su blog desgrana su gran pasión.
Riu explica que durante años acumuló muchísimos discos. Siempre quería más, estar al día de todas las novedades y descubrir nuevos sonidos. Este amor por la música se convirtió en su afición por pinchar, que sigue siendo su auténtica pasión. «Cuando estoy en la cabina del DJ me transformo. Ver un público que disfruta, bailando y cantando, es mi mayor satisfacción. En ese momento olvido todas las tensiones del día a día y me recargo de energía».
El empresario ha vivido en primera persona la gran evolución tecnológica del mundo musical: del vinilo a internet pasando por el CD. «Antes, para poder tener la música, tenías que ir a las tiendas a comprar los vinilos. De hecho, mi primer pequeño negocio fue grabando discos en cassettes. Los vendía entre mis amigos y, con ese dinero, compraba más música. Pero nunca era suficiente, así que muchas veces vendía vinilos antiguos para comprar nuevos, con mucha pena, pero podía más mi deseo de tener lo último en mis manos. A veces he pensado que existe cierto paralelismo con el negocio hotelero. Hay activos que pierden cierto valor económico y a veces tienes que vender para poder invertir en un hotel o zona con más tracción y proyección de futuro».
Hace más de 20 años que Riu decidió hacer pública esa afición. «En Punta Cana, en la discoteca Pachá, a principios de los 90, fue donde di el salto de vivir mi afición como algo privado o como espectador en las salas de baile a ponerme delante del público. Allí cada sábado pinchaba. Se montaban unas fiestas tremendas, con un ambiente muy animado a ritmo de dance, merengue, bachata y salsa. Durante esos cinco años disfruté mucho y evolucioné en mi faceta de DJ, que en aquel momento se hacía con vinilos».
Riu le dedica mucho tiempo a estar al día. «Escucho la radio, sigo diversos canales de Youtube, iTunes, Beatport… son horas y horas escuchando canciones. De hecho, mis hijos suelen proponerme nuevos temas cuando salen, de lo que escuchan en un local o en alguna emisora. Como saben que esto me gusta tanto, me lo traen como una especie de ofrenda. Además de que con su juventud, me ayudan a estar muy cerca de lo que se lleva».
Y para acabar, una confesión: «Mi mujer, Isabel, es la que peor lleva esta afición. Ella, que de jovencita les decía a sus amigas que nunca se iría con el DJ porque es el primero que llega y el último que se va. El que se queda en su cabina, mientras los demás se divierten. Y ella justo acabó conmigo. No son solo las fiestas en las que pincho, en las que todos pueden estar con sus parejas y amigos disfrutando, sino también todas esas horas en casa que dedico a bajar y clasificar las canciones. Ella misma dice con resignación que nunca puedes decir que 'de esta agua no beberé'.