Por más que pasen los años, existen vehículos irremplazables, cuya sensación de conducción no pueden emular ni las máquinas más modernas. Alrededor de 150 personas participaron este domingo en la sexta Volta a Mallorca en Vespa, una ruta de 90 kilómetros que recorrió buena parte de la Serra de Tramuntana. «Debido a la pandemia, el año pasado tuvimos que cancelar la vuelta. Este año, la gente tenía muchas ganas de salir y, aunque hemos reducido el número de participantes y no hemos podido celebrar la tradicional comida, ha sido un éxito», expresó Cecilia Capó, gerente de Casa Capó, el concesionario organizador de la ruta.
Afición
A primera hora de la mañana, sobre las 8.30 horas, los pilotos se reunieron frente al concesionario y disfrutaron observando las Vespa o compartiendo secretos para la óptima restauración de los modelos más antiguos. «Ahora tengo 75 años y soy aficionado desde los 12. Imagínate, he pilotado y he restaurado muchas Vespa y aquí hay algunos modelos especiales», expresó Damián Bergas, uno de los participantes.
Entre ellas se encontraba la de Lluís Síntes, que destacaba por su llamativo sidecar rojo: «La moto es del 71 y el sidecar es algo más antiguo. Hoy en día es difícil encontrarlos homologados; yo puedo llevar a dos personas», explicó. Algún que otro piloto se atrevió a llevarse a su mascota, como Marga Pastor: «Ya me llevé a ‘Rita', mi perrita, a la última vuelta, se portó muy bien y lo pasamos genial».
A las 9.00 horas, encabezado por la Policía Local de Palma, el grupo emprendió la marcha. Tras dejar atrás Calvià, es Capdellà y Andratx realizaron una parada en el mirador Ricardo Roca, frente al restaurante Es Grau. Tras el merecido descanso, reanudaron la marcha. Una vez superaron Estellencs y Banyalbufar, llegaron a Valldemossa, donde tuvo lugar el segundo reagrupamiento. Desde allí abordaron el camino de vuelta.