Echen un vistazo a su alrededor: la botella de agua, cualquier envase en la despensa, las bolsas del súper, el bolígrafo en el escritorio, pasando por las cañerías de las casas, los acabados de muchas prendas de ropa, muebles, el coche, la moto, el smartphone o el ordenador de sobremesa... Nuestra dependencia del plástico cada vez es mayor. Y esto solo es la punta del iceberg.
Ahora piensen en todos esos artículos que abrimos, usamos y tiramos unos minutos después. Los plásticos de un solo uso se han convertido en un enorme problema para el medio ambiente: pajitas, los palillos de los oídos, platos y cubiertos desechables, el sobre de azúcar y la taza que nos dan en las cafeterías para llevar. No es descabellado decir que el plástico es omnipresente en nuestras vidas.
En Baleares tiramos diariamente a la basura 1.5 millones de botellas de plástico y, según un análisis de la Fundación Rezero, el consumo de alimentos y bebidas genera entre el 80 y el 90 por ciento de los residuos de envases de Mallorca, cuyos residentes (casi un millón de personas) solemos comprar hasta 759 kilos de estos productos por persona en un año. Curiosamente, la mayoría de envases suelen responder más a cuestiones de marketing que a los requerimientos de higiene y conservación.
De usar y tirar
Para evitar la convivencia tóxica e insostenible que amenaza de gravedad la salud del medio ambiente, desde este fin de semana ha entrado en vigor la nueva Ley de Residuos de nuestra Comunitat, que planta cara a la contaminación por plásticos y prohíbe el uso de artículos de un solo uso realizados con este material; una normativa pionera que también ha secundado el Parlamento europeo, cuya normativa entra en vigor el 1 de julio para eliminar este tipo de productos de nuestra vida diaria.
Para Roser Badia, coordinadora de la Fundación Rezero en las Islas, la nueva ley es «una buena herramienta para marcarse objetivos más ambiciosos», al tiempo que recuerda que «es el momento de replantearse el sistema de usar y tirar imperante y apostar por la reutilización».
La nueva Ley de Residuos debe convertirse en una herramienta eficaz, y para eso necesita de una alianza de la Administración, las empresas y los ciudadanos. ¿Los deberes están hechos para erradicar los plásticos de un solo uso, por ejemplo? La pandemia no nos lo pone fácil, pero hay empresas locales que llevan en su ADN la lucha contra el plástico. La guerra contra el plástico viene de lejos.
No al plástico
Begudes Puig, distribuidor de refrescos, sifones y gaseosas en la Isla desde 1927, siempre ha trabajado con la entrega puerta a puerta y el cristal retornable. Pero con la llegada de Julián Puig, la cuarta generación de la familia al negocio, han entrado en una nueva fase. Lo primero ha sido montar su propia fábrica de cristal, al tiempo que estudian eliminar los tapones de plástico y sustituirlos por otros de aluminio, y que las etiquetas de la marca se hagan con material reciclable. «Las botellas de plástico son una aberración, cambian el sabor de la bebida y nuestros clientes no lo aceptarían. Nuestro objetivo último es eliminar cualquier rastro de este material de nuestra cadena de producción. Llevará tiempo, pero lo conseguiremos», augura Puig.
Reutilización
Industrias Argui SA lleva cuarenta años fabricando productos químicos de limpieza industrial, venta de útiles, maquinaria y complementos, así como la prestación de servicios relacionados para el sector horeca y sanitario. Pero siempre con el cuidado del medio ambiente como estandarte. «Para lograrlo tenemos una filosofía de trabajo muy clara: apostamos por la calidad, la sostenibilidad y el rendimiento. Trabajamos con dosificadores propios más grandes que optimizan el rendimiento, ofrecemos productos concentrados ecológicos de la máxima calidad y reutilizamos el plástico, que vuelve a la línea de fabricación, evitando así generar toneladas de plástico innecesariamente, tras su correcta higienización. Por eso somos el primer fabricante de detergentes de Balears con la acreditación ecológica.», explica Enric Salvador, gerente de la empresa. «Es nuestra forma de trabajar y lo que nos exigen nuestros clientes».
Mismo cuidado tiene Tot herba, un laboratorio mallorquín de alternativas naturales de salud, higiene y belleza, que valora el producto natural y de proximidad, huye de los envases monodosis y oferta a sus clientes garrafas profesionales de hasta cinco litros.
«Ahora se habla mucho de la economía circular, nosotros llevamos décadas practicándola», apuntilla Miguel Ángel Benito, responsable de Tot herba, al tiempo que recuerda que en 2019 eliminaron las botellitas monodosis de los amenities de dos hoteles de la Isla, colocando dosificadores en los baños. «En dos meses dejaron de usar y tirar 25.000 envases de plástico. El objetivo es minimizar el uso de este material, para erradicarlo todavía queda tiempo. Pero esa es la meta a la que aspiramos».