Sentimientos encontrados. Así está Isidra Escribano (Osso de Montiel, Albacete 1960) ante su próxima jubilación tras 40 años de servicio en la Policía Local de Palma. «Por una parte me apetece, pero por otra me da mucha pena porque este trabajo ha sido muy importante para mí», explica en una sala de las dependencias de San Fernando.
Isidra llegó a Mallorca cuando tenía 11 años. Estudió en el colegio San José de la Montaña y muy pronto le cogió el gusto a todo lo relacionado con los uniformes y la autoridad. «En mi familia no había ningún antecedente y tampoco es que fuera mandona. De hecho, en mi carrera me he destacado sobre todo por empatizar con el ciudadano, por entenderle y ponerme a su nivel mucho más que por esgrimir la fuerza».
Isidra formó parte de la primera promoción de mujeres de la Policía Local. «Era el año 1980, yo apenas tenía 20 años. Nos presentamos unas 90 o 100 mujeres a las pruebas físicas y a su término sólo quedamos nueve. Nosotras competíamos con hombres. No se diferenciaba entre sexos». Siete de ellas superaron también la parte cultural y se convirtieron en las primeras policías ‘municipales' de Palma de las que actualmente sólo queda en activo Isidra. «Tomé posesión el 11 de febrero de 1981. A los 12 días, estando de prácticas en un coche con dos compañeros, ocurrió el 23-F. Nos dijeron que no abandonáramos el coche y oímos lo que pasaba a través de la emisora».
Una de las primeras áreas en las que estuvo fue en Circulación. «En esa época había todavía muy pocos semáforos en Palma y me encargaba de controlar el tráfico. De ahí pasé a Urbana (peatonal centro) y recorría las principales calles de la ciudad. Luego a Tráfico en la parte motorizada ligera, con una Vespa. También estaba la motorizada pesada donde se llevaba la Sanglas», explica. Sin embargo, donde ha estado más de la mitad de sus años en la Policía Local ha sido en la emisora del 092. «Me encanta porque haces de nexo entre el ciudadano y los compañeros. Me acuerdo de montar las ‘alertas verdes', que era distribuir a diversas patrullas entre el lugar donde había ocurrido un suceso grave y el hospital y esas patrullas se encargaban de limpiar el tráfico para que la ambulancia llegara cuanto antes al hospital con los heridos. Le hablo de cuando no había vía de cintura».
Isidra no esconde que la llegada de mujeres a la Policía de Palma causó cierto revuelo. «Entre los compañeros hubo recelo, pero más por lo que les decían en sus casas que por nosotras. Nunca he sentido un rechazo por ser mujer, aunque sí sé de casos de acoso, tanto sexual como laboral. Pero siempre que se ha dado uno de ellos desde Jefatura se ha reaccionado rápidamente», asegura.
Una vez que deje de trabajar, Isidra tiene previsto pasar todo el tiempo que pueda con su nieto de 22 meses. «También me encanta ir en bici, en moto con mi Harley y de excursión, pero el día igual se me hace largo sin trabajar».