César Blasco, el hombre que dormía en un coche, nos llama desde Madrid, mandándonos al mismo tiempo por Whatsapp una serie de fotos –una de ellas de traje, las otras de un complejo hotelero de alto nivel– y diciéndonos que se considera un hombre con suerte, pues de dormir en un coche he pasado a ser gerente de un hotel de cinco estrellas en Bata (Guinea Ecuatorial).
A César le entrevistamos hace algo más de una semana. Estaba en su coche-casa. Nos contó que había estudiado en Ginebra, que había trabajado en prensa de Naciones Unidas, lo cual le permitió viajar a muchos países, que se estableció en Costa Rica, trabajando en radio y televisión, haciendo sus pinitos políticos y redactando una ley de transporte que fue aprobada por el Parlamento, que más adelante adquirió un hotel en la playa, que funcionó muy bien hasta que llegó la pandemia, donde se fue todo al traste, quedándose en la ruina. Se vino a España en busca de trabajo, y recaló en Mallorca, cuidando a un anciano, que al entrar en una residencia, le dejó otra vez en la calle, sin nada.
Ahora, por teléfono, nos cuenta que tras publicarse la entrevista, alguien que la leyó, la mandó a un amigo de Madrid «y me llamó, pagándome el billete y el hotel; después de conversar conmigo, no entendiendo cómo una persona con mi formación estaba en la calle, me ofreció trabajar como gerente en un hotel de cinco estrellas de Bata, en Guinea Ecuatorial, a lo que, naturalmente, le contesté que sí. Por tanto, viajo a ese país en unos días, y... Pues ya os contaré una vez que haya tomado posesión de mi nuevo cargo. ¡Y muchas gracias por todo!». Pues lo celebramos, amigo. ¡Dios aprieta, pero no ahoga!.