Todas eran chicas y hace 40 años formaron parte de una colla sin saber que con el paso del tiempo serían un referente en la cultura popular de las Islas. Corría 1981 cuando Francesc Vallcaneras decidió montar un grupo de cossiers en Son Sardina. Hasta entonces, solo existía la Escola de Ball de Bot, a la que acudían también solo mujeres. Sin ningún otro motivo que impulsar las tradiciones, se creó Cossiers de Son Sardina, que ha seguido vivo, aunque con sus crisis. «El grupo inicial lo formaron chicas porque en la escuela también lo eran. No nació como una reivindicación, aunque ahora sí que lo es. Han ido pasando distintos grupos, que bailaban el día de nuestra patrona (Festes Patronals del Nom de Maria) y en el Corpus, que al final se eliminó», afirma Paula Sevilla, integrante del grupo desde hace cinco años.
Al Ball de l'Oferta, que las jóvenes de Son Sardina interpretaron por primera vez en el Corpus de 1981, y al Ball de Defora, hay que sumar otros dos recién estrenados: el Ball de Cós y el Ball del Vuit. «Somos seis cossieres, una dama, dos sonadors y un dimoni. Si los chicos nos pidieran ahora poder entrar en el grupo, se tendría que hablar, pero es bastante probable que no entraran porque, al final, el grupo se ha convertido en un símbolo identitario del pueblo. Hoy por hoy, estar integrado por mujeres es un plus», añade Paula, que ha visto bailar a las cossieres «toda la vida». El grupo puede crecer. «Solo hace falta ganas de bailar y compromiso. Hasta hace poco, nadie quería, pero ahora la cultura popular está más viva. Ha vuelto a revivir en los últimos cinco años».
En el año 2015, Cossiers de Son Sardina estuvo a punto de desaparecer «por una falta de compromiso y un desgaste. Tras una charla que tuvimos con Francesc Vallcaneras, la hicimos revivir. Se habla mucho del papel de la mujer en la cultura popular. Yo creo que todo lo que sea ir avanzando se aprecia y valora. Cada día es más ridículo pensar que cualquier cosa relacionada con la cultura popular lo tenga que hacer un hombre solo porque ya lo hacía antes. No por eso es más tradicional. No creo que en el futuro haya grupos mixtos, es algo que no tenemos muy claro y un tema que tenemos sobre la mesa. El cossier es una figura, ni hombre ni mujer», añade.
Ensayan una vez al mes y visten camisa y bombacho verdes, calzas blancas y «luego cada una lleva una falda y un pañuelo de su color (naranja, rojo, verde, azul, rosa o amarillo)». «En nuestro 40 aniversario les pido a las mujeres que no tengan miedo, que bailar sea algo normalizado, puede hacerlo todo el mundo. Si los hombres hacen grupos, me parece muy bien, pero también hay que reivindicar a la mujer», señala Paula.