La segunda planta del hospital Son Llàtzer es un lugar especial, casi mágico. Allí se encuentra la unidad de Pediatría, donde los más pequeños son atendidos de sus dolencias. Para poner un poco de color a estas situaciones grises y, muchas veces, dolorosas, nació en 1994 la Sonrisa Médica, un grupo doce payasos en Mallorca y 19 en el conjunto de Balears, cuya misión es, como dicen ellos mismos, «calmar, distraer y divertir» a los menores de Son Llàtzer, Son Espases y los hospitales de Manacor e Inca, en Mallorca.
Por culpa de la pandemia, sus visitas presenciales se interrumpieron pero no por ello los más pequeños estuvieron desprovistos de estos médicos del alma, de estos estrafalarios músicos y sorprendentes magos que supieron hacerse un hueco gracias a las clownsultas, visitas telemáticas a través de una tablet para no desconectar de su público más especial.
También crearon un canal de Youtube en el que plasmaron situaciones imposibles, delirantes y enternecedoras que están al alcance de todo el que quiera sentirse un niño de nuevo.
Humor en tiempo de pandemia
Nos adentramos en su terreno para descubrir cómo han pasado este tiempo de incertezas y comprobar que el humor no entiende de virus; es un remedio que nunca falla. Lucía Simó, de siete años, y su madre, Patricia Núñez, lo comprobaron cuando aparecieron en su habitación los payasos Sion y Botiquina. La llegada fue accidentada: se quedaron encallados en una puerta que ya estaba abierta y tras mucho esfuerzo y a trompicones entraron en la sala. Allí cantaron Puff, el dragón mágico mientras Sion sacaba luces de la nada o Botiquina hacía malabares con unas jeringuillas de juguete. Lucía, un poco intimidada por la presencia de los que firman este reportaje, se olvidó de los extraños y empezó a reír.
Idéntico efecto tuvieron las payasadas de la Sonrisa Médica en Irina Cazallas, de 6 años, que ingresó en el hospital con broncoespasmo en un pulmón. «Nos encanta la experiencia. Nos anima mucho hasta a los adultos», afirma Beatriz Moranta, su madre. Detrás de los personajes de Botiquina y Sion se encuentran los actores Gemma Palà y Salvador Oliva, que llevan 15 y 5 años respectivamente al otro lado de la nariz roja. «Esta labor nos aporta superación frente al dolor y la tristeza. Transformamos un espacio, un sentimiento y unas emociones de una personas que son vulnerables y eso nos da una satisfacción personal muy grande. Es un reto», explican los simpáticos payasos.
«Es maravillosamente doloroso. Es el trabajo que se aprecia de manera más directa por parte del público. El arte cura, las payasadas curan, reír cura. Formamos parte del equipo sanitario, porque nos hacen sentir así», explican Salvador y Gemma.
Pere Serra
Fotos: PERE BOTA