No salen dos cazadoras iguales del taller. «Cada pieza cuenta una historia con la que somos capaces de conectar con nosotros mismos», asegura Blanca Martín, quien revoluciona con sus cazadoras vaqueras, de segunda mano, pintadas a mano. Un arte que cautiva, cada día más, por las calles tanto de Madrid, Valencia y Barcelona como de Palma, donde vive, o de Salamanca, la ciudad que le vio nacer.
Blanca llegó a Mallorca en 2018 de la mano de su marido, el mallorquín Pau Caldentey, a quien conoció cuando vivían en Londres. Madre de un niño de diez meses, se quedó sin trabajo, «era directora de eventos en el Palau de Congressos», señala, y decidió dedicarse exclusivamente a crear sobre cazadoras vaqueras. «Al principio vendía por Instagram y otras plataformas digitales. Ahora tengo tienda online y una física, en Palma, en el carrer de sa Pols. En un futuro me gustaría tener mi propio taller y experimentar con otras técnicas artesanales y materiales», asegura.
Su negocio va en aumento y lleva vendidas muchas cazadoras. «Cada cazadora es exclusiva, algunas bajo pedido». Aunque desde pequeña Blanca ha dibujado y heredado las cualidades artísticas de su padre, médico de familia y apasionado de la pintura, y su madre, profesora de francés, todo comenzó cuando quiso fusionar la moda con la pintura. «Cogí una cazadora que tenía muerta de asco en el fondo de armario y el resultado gustó mucho». Aunque al principio pintó en distintas prendas, como camisetas, pantalones, camisas, etc., finalmente se decidió por las cazadoras denim de estilo vintage. «La moda es como nuestra segunda piel. Las piezas hay que cuidarlas con mimo y darles una segunda vida. Las cazadoras vaqueras son fuertes y muchas tienen una historia detrás».
Las prendas denim son las más contaminantes y las que más se fabrican. Cada unidad consume 11.500 litros de agua. «Vivimos en una sociedad consumista pero cada vez más consciente con el medio ambiente y la gente apuesta por reutilizar y personalizar prendas de segunda mano».
Los motivos en su mayoría son florales y bajo su marca The Bleuve, Blanca Martin, anima a una tendencia de consumidores conscientes.