Las medidas de higiene y distanciamiento social también incumben a los rituales religiosos: las aglomeraciones están prohibidas y los fieles deben llevar mascarilla. En este contexto, una comunidad de los Testigos de Jehová celebró ayer en una finca de Pollença el bautizo de tres de sus componentes. Fue en la intimidad, en petit comité, cumpliendo con los protocolos establecidos.
Antes de la aparición del coronavirus, los Testigos de Jehová celebraban un congreso de tres días en que se realizaban los bautizos. Con motivo de ello, la veintena de comunidades existentes en Mallorca solía reunirse en el Palma Arena, un espacio suficientemente amplio que permitía que todos se juntaran. Esta año no ha sido posible y cada comunidad ha celebrado los bautizos por su cuenta, evitando así que se pudiera una aglomeración indeseada.
Una de estas comunidades celebró este sábado el ingreso –el bautizo: una inmersión en el agua, como los primeros cristianos– en una finca de Pollença facilitada por uno de sus miembros. Ismael Pujol, uno de los asistentes, indicó que tampoco acudieron todos los miembros de la comunidad, sino que solo lo hicieron unos cuantos y que el resto pudo seguir la ceremonia a través de Zoom, el programa informático que permite las reuniones virtuales.
«Obviamente, la pandemia nos ha obligado a reorganizarnos: menos asistentes, distancia y mascarilla para protegernos», explica Pujol.
Este año, la veintena de comunidades existentes en Mallorca han bautizado e incorporado a 35 nuevos miembros.