«No es un libro sobre Miquel Montoro, sino sobre si su figura es el símbolo de un cambio en el ámbito rural, al estilo de Greta Thungberg, y si su autenticidad es válida en un mundo globalizado», aclara Sebastià Benassar (Palma, 1976), autor de Miquel Montoro, el símbol d'una revolució vital? que acaba de publicar Pagès Editors en catalán y castellano.
El interrogante del título se extiende a lo largo de esta obra en la que Bennassar plantea «si los valores que defiende Montoro como el consumo de proximidad, el autoconsumo o la necesidad de valorar de forma justa el trabajo de los payeses siguen siendo viables».
Para contestar a estas cuestiones el escritor se ha rodeado de una serie de expertos en la materia como Climent Picornell, Antoni Trobat, Tomàs Vibot, Joan Mayol o Antoni Riera, entre otros. A través de sus conocimientos y opiniones, además de las reflexiones que Bennassar desgrana a lo largo de veinte capítulos, el lector descubre que la figura de Miquel Montoro ofrece múltiples prismas y que va más allá de la famosa frase ‘hòstia, pilotes'.
Aunque el autor procura abrir interrogantes más que cerrarlos, considera que las conclusiones que se pueden extraer de su obra dejan claro que «quien ahora desee cambiar de vida y dedicarse al campo lo tiene difícil, por no decir imposible. Otra cosa es plantearse la autosubsistencia o mantener un huerto familiar y que las compras exteriores sean mínimas».
Sobre el éxito de Miquel Montoro Bennassar cree que se debe a varios factores. «El principal es que habla de la pagesia, un ámbito que la juventud desconoce casi por completo, y además en sus vídeos enseña cosas útiles y prácticas, cosa que no pueden decir todos los youtubers», subraya.
También influye «la autenticidad que desprende en cada una de sus apariciones y la simpatía que genera. Todo ello teniendo en cuenta que la popularidad de Miquel ha ido creciendo mientras usaba el catalán como lengua de expresión en sus vídeos, por lo que tiene aún más mérito».
El joven payés reconoce en una entrevista que Sebastià Benassar le hace en la parte final del libro que no es muy consciente «de que mis mensajes lleguen a tanta gente. Y mejor que sea así».