¿Quién cuida de los que nos cuidan? Es una pregunta que muy pocos se plantean, pero resulta que el colectivo de médicos y enfermos, frente a lo que se podría pensar, goza de mala salud. Es más, se cuentan casos de facultativos que tras terminar un extenuante turno, han sido atendidos por sus propios compañeros. De sanador a paciente en un momento.
Ataques de ansiedad, taquicardias, insomnio… El precio por atender a la avalancha de pacientes y los recortes sanitarios se paga. Y con creces. De hecho, «algún caso hemos tenido de un compañero con taquicardia supraventricular que se puso a 170 pulsaciones por un proceso de estrés». Fuentes del sindicato Satse en el Hospital de Son Espases han señalado que «es difícil ofrecer buenos cuidados cuando no te cuidas». En estas situaciones «a un compañero se le trata como a un paciente. Se suele dar cuando acaba el turno. Siente una opresión en el pecho, tienen alteraciones del sueño y hay profesionales que han salido llorando de los turnos por culpa del estrés».
Agotamiento emocional
Según una encuesta del sindicato, el 80 por ciento del personal de enfermería asegura sentirse muy estresado. El 60 por ciento se siente agotado emocionalmente y el 43
por ciento sufre el síndrome de burnout. «El personal no da abasto. Somos profesionales que trabajamos con personas. Un error en la administración de la medicación o al
aplicar una técnica puede tener consecuencias muy graves. La responsabilidad es máxima». A esto se añade que trabajan con turnos rotatorios. El ambiente acelerado de urgencias repleto de eventos traumáticos dispara el estrés de los enfermeros que sufren la inadecuada dotación de plantilla. Tampoco ayudan las agresiones al personal sanitario. «Somos víctimas de las carencias, no responsables», dicen fuentes sindicales.
Desde el Colegio de Enfermeras de Baleares señalan que «mientras la media de la OCDE es de más de nueve enfermeras por cada 1.000 habitantes, en España estamos en cinco enfermeras y, desde luego, muy lejos de las 17 de Suiza».
Por su parte, Joana Fornés-Vives, catedrática de Enfermería de la UIB, señala que «los recortes han pasado factura a la enfermería, tal y como señala un informe de la Organización Internacional del Trabajo». Fornés señala que el gremio tiene que desarrollar una compleja competencia profesional y trata con pacientes en un ambiente de trabajo a veces hostil y con pocos recursos. «Se calcula que entre un 14 y un 16 por ciento de enfermeros han sufrido mobbing en Mallorca», dice. «La enfermera tiene que dar la cara ante el paciente y sus familias y sufre mucho estrés por sobrecarga, quiere ofrecer su mejor competencia profesional y padece por el paciente si no puede darle lo que se merece», señala Fornés. De ahí el burnout, la ansiedad, la depresión o el estrés. Como responsable de la Asesoría Psicoemocional en el Colegio de Enfermería, le llegan casos de enfermeros «quemados emocionalmente».
Una enfermera de la UCI de un hospital de Mallorca explica que «sabes que el día que falta personal te toca trabajar más, pero nunca bajas la calidad». Esta profesional advierte que «hablamos de la humanización del trato con el paciente, pero también habría que extenderlo hacia el profesional. Cuando nos ponemos los pijamas, dejamos las penas fuera y tiramos hacia adelante para ofrecer una asistencia de calidad». Admite que afronta un estrés elevado y «hay casos que te llevas a casa y que te afectan. Empatizas con el paciente y necesitas gestionar cuando ves el desenlace». El apoyo entre compañeros es fundamental, pero «es difícil humanizar cuando no hay personal o faltan recursos. Hay que cuidar lo invisible».
Los médicos también sufren lo suyo. Un facultativo del Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) señala que reciben los daños colaterales de la saturación de las consultas de la Atención Primaria. «No podemos hacer seguimiento del paciente, el tema se complica y al final acaba ingresado». Al ser una comunidad turística, «la población se puede llegar a cuaduplicar en algunas fechas y nosotros seguimos siendo los mismos». Ellos asumen el exceso de trabajo de la Atención Primaria y este profesional asegura que muchos médicos rebasan las 2.000 tarjetas sanitarias atendidas por médico, una cifra que está muy lejos de las 1.500 recomendadas.
Médicos, malos pacientes
Los médicos suelen ser víctimas del burnout, sobre todo a partir de los 60 años. Así lo señala Miguel Lázaro, presidente del Sindicato de Médicos de Balears (Simebal). «Ansiedad, agotamiento y otras patologías que pueden llevar a la depresión afectan a los médicos, igual que otras profesiones como jueces o periodistas», dice Lázaro. Eso sí, «los médicos son muy malos pacientes consigo mismos. Niegan cualquier dolencia propia y, además, el absentismo en los médicos es muy bajo». También «hacen visitas de pasillos entre compañeros y les preguntan por sus dolencias. Pero luego pregonan el autocuidado», dice con cierta sorna Lázaro. Sobrecargados de trabajo, encima suman el componente vocacional de su profesión: «Les da sentido a su vida, lo que les ayuda, pero también les hace sufrir más burnout por su autoexigencia y autocrítica».
El facultativo lidia «con el sufrimiento, el dolor, la muerte y la propia vulnerabilidad del ser humano. Si además trabaja en servicios como salud mental, oncología, pediatría y si se suma la violencia sanitaria» se da un cóctel que dispara el burnout. Las listas de espera, pacientes cada seis minutos, guardias de 24 horas y la sobrecarga hacen mella en el facultativo». Lázaro cree que los recortes y la infradotación histórica de Baleares hacen que «nos planteemos la confrontación».
La experiencia ibicenca
Los médicos y enfermeros del hospital de Can Misses (Ibiza) han decidido tomar cartas en el asunto. Eleven es una iniciativa de humanización a través del yoga y la meditación. Los profesionales practican yoga y meditación y, a través de la respiración, consiguen mitigar el estrés. Tomás Gómez es un instructor de yoga que imparte estas clases de manera altruista llevado a cabo por la Unidad de Seguridad del Paciente (USP) del Área de Salud de Ibiza y Formentera. El programa Plantagrama, por otro lado, ofrece conciertos del trío de cuerda Antic Balàfia Ensemble para los profesionales y para los pacientes de Psiquiatría.