Primero fue el Tardeo. Y a éste le siguió el Vierneo, que este viernes ya recuperó parte de su esplendor ahora que las terrazas pueden albergar hasta 15 personas por mesa y los clientes pueden ocupar hasta el 50 por ciento del interior de un bar o restaurante.
El Vierneo nació en Los Rafaeles, el restaurante de Jaime Pizá, quien supo ver que la gente quería algo más que quedar a comer el viernes tras la última jornada laboral. Abogados y demás miembros de la Judicatura eran los clientes más habituales que se quedaban de tertulia en el interior del local tras una comida culminada con una copa invitación de la casa. El boca a boca corrió como la pólvora y pronto la marcha se trasladó a los soportales. Al mismo tiempo, los locales de alrededor se aprovecharon del tirón y la zona del Passeig Mallorca era una hervidero hasta la hora de cenar.
Este viernes, Los Rafaeles estaba cerrado –abrirá el próximo martes– pero los negocios de hostelería de alrededor registraban un buen ambiente cerca de las 3 de la tarde. En general, había bastante más gente en las terrazas que en el interior, algo lógico por las medidas de segfuridad existentes y la buena temperatura que hacía ayer por la tarde.
En una mesa de La Vasca cinco amigas se encontraban todas juntas por primera vez tras el confinamiento. «La verdad es que ya apetecía quedar y vernos, aunque no nos podamos dar un beso o abrazar», comentaban.
En otras zonas de Palma como el Born, algunas terrazas también registraban una buena ocupación. Entre ellas, destacaba la de La Siesta, donde en una de sus mesas María Rosa, Isa y Tonia celebraban una comida, en principio de trabajo, pero en la que no se descartaba que acabara con un poco de diversión.
Otro de los enclaves sociales que poco a poco va recuperando su mejor cara es la calle Fàbrica. No todos los restaurantes, ni muchos menos, estaban abiertos, por desgracia, pero algunos de los que se han animado ya a retomar su actividad también tenían una ocupación muy interesante, como es el llamado Diecisiete Grados, donde había varias mesas de gente de edad mediana disfrutando de lo sólido y lo líquido.
Tras una buena comida, muchos se quedaron de tertulia copa en mano. A diferencia del Vierneo tradicional, en el que la música es un elemento importante, ayer fueron las conversaciones quienes sustituyeron a los éxitos del momento. Terrazas como la del Havanna, en la calle Sant Magí, ofrecían un gran ambiente de un público heterogéneo en edad y nacionalidad, ya que se vio a más de un residente extranjero en la ciudad disfrutando como uno más. «Abrimos hace dos jueves y la verdad es que la gente ha respondido muy bien. Entre semana, viene mucha gente que trabaja en los barcos y el fin de semana más la gente de aquí, comenta Andrea, encargada de este bar.
Al esconderse el sol, la gran mayoría de las personas que disfrutaron de este primer Vierneo optó por retirarse.
Hasta que los bares musicales y las discotecas no puedan abrir sus puertas, la marcha parece que será en este plan: mucho más tranquila, con abundancia de conversaciones entre los amigos, donde el coronavirus, se quiera o no, sigue siendo el asunto del que más se habla, seguido por el de la conciliación laboral y familiar.