«Esperemos que el 15 de mayo no llueva y podamos extraer la miel de los cerca de veinte panales que están bajo mi supervisión en Llucmajor». Así se expresa Tomeu Pizá, l'amo en Tomeu de Son Granada, mientras revisa algunas colmenas de las que extrae la primera miel de la temporada.
«Esta miel es milflores. La que se denomina de naranjo o de romero no es tal, ya que no solo lleva su sabor. Es imposible hacerla solo de una flor. En el panal se mezclan sin distinción el polen y la miel fabricada por las abejas. Por eso es milflores», explica mientras revisa unas cajas, con nueve cajoncitos, cerca de Cas Busso.
«Si están llenas, de cada caja se pueden extraer nueve kilos de miel, pero eso no suele suceder», indica Pizá, que en numerosas ocasiones colabora con propietarios de fincas o chalets que han hallado panales y no saben qué hacer con ellos. Él acude con el traje protector y los recupera. «Las abejas son unos seres dignos de admiración. Solo viven un mes y medio, un periodo en el que no paran de trabajar. Son vitales para la polinización y, por tanto, para que los árboles den sus frutos», señala este pagès de toda la vida.
En verdad, cada vez hay más gente interesada en adquirir este producto ecológico básico para reforzar el sistema inmunológico. «Mucha gente que está habituada a la miel San Francisco, que se vende en los súper, pero cuando prueba ‘la de verdad' no quiere otra», añade el apicultor.
L'amo en Tomeu, que forma parte de la Asociación Balear de Apicultores, recuerda que, en los cajoncitos en los que las abejas construyen sus panales repletos de miel, coloca una fina lámina de cera fabricada en Petra. «La mandábamos hacer a Valencia, pero llegaba de mala calidad. Por eso, un día, un pagès jubilado, Tomeu Gual, decidió poner una máquina en casa y ahora es el que nos proporciona una cera de calidad, lo que ayuda a las abejas a crear miel con más facilidad», finaliza.