Antonio Piñal Matorras es un empresario de una promotora de viviendas, nacido en Santander, con la particularidad de que de las cuatro semanas del mes, tres trabaja en Palma. Y como el estado de alarma por el coronavirus le sorprendió aquí, aquí sigue.
Por lo que nos contó, es persona que ve el post Covid-19 con ciertas reservas, en el sentido de que nada va a ser como ha sido hasta ahora, y que las clases inferiores van a ser las más perjudicadas.
«No hace mucho –nos comenta Piñal–, una mujer que limpiaba los pisos de un edificio me pidió 50 euros porque, según me dijo, sus dos hijos hacía días que solo comían pan, pues no tenía para más. Y eso fue el punto de arranque para hacer lo que estoy haciendo en Palma, y que también hago, a través de mis hijas, en Santander, y que no es otra cosa, aquí en Palma, que hablar con los propietarios del restaurante Aderezzo, que está en la carretera de Valldemossa, 35, cerca de donde yo vivo, y que está –estaba– cerrado por el estado de alarma, y preguntarles que a cuánto ascienden los gastos mensuales del local, es decir, alquiler del mismo, seguros sociales, luz, gas y demás gastos, y cuando me los da, le hago la siguiente propuesta: todos esos gastos, durante un mes, corren por mi cuenta, pero con una condición: que durante este tiempo prepare comida para 72 personas, cuya localización me facilitan en Tardor, un comedor social que, según me he informado, está atendiendo a muchas personas sin hogar, con hijos pequeños la mayoría de ellos, y que son tantas ya, que no dan abasto».
Niños, sobre todo
Desde hace unos días, pues, Aderezzo está haciendo comida para familias necesitadas, familias con niños, sobre todo, y también a los que viven en la cárcel vieja y bajo el puente, cerca de Ocimax. Y les llevan comida caliente. Comida en la que hay cocido de garbanzos, pollo a la pepitoria, lentejas con chorizo, macarrones a la boloñesa, alubias blancas, ensaladas, patatas con costilla, etc.
Dichas comidas son distribuidas entre esas familias sin recursos –aparte de otras que vayan surgiendo en el camino– por voluntarios de la Fundació Tardor, concretamente por Carolina Senders y su compañera, y amiga, Natalia Gamarro, que además hace las fotos, ambas bien pertrechadas con guantes y mascarillas, regalando su mejor sonrisa cada vez que entregan la comida.
Antonio Piñal, que lo hace de buen grado, impulsado «por la penosa situación en que se encuentran en la actualidad muchas familias, y por lo injusto que es que haya niños en ellas que pasan hambre», ha mandado a los vecinos de la finca en la que vive una nota en la que les expone la idea que ha tenido –la que hemos apuntado un poco más arriba–, animándoles a dos cosas: a que en una bolsa que ha colocado en las puertas de sus oficinas de la carretera Valldemossa 33-1º derecha dejen los alimentos que crean oportunos. Y para los que no puedan salir de casa –sigue diciendo la nota, la cual hacemos extensiva a los lectores de esta página–, y quieran colaborar con esta idea, pueden realizar un Bizum de 5 euros, o la cantidad que estimen oportuna, al número 637 423 671.
«Y en el supuesto de que no manejen la cuenta del banco electrónicamente, y quieran colaborar, pueden hacer una transferencia para la ayuda a la comida solidaria a las siguientes cuentas: en el BBVA, C/c ES15 0182 0284 2702 0158 6862, o en Banco Santander a la ES20 0049 0056 4128 1144 6604».
Una cadena que funciona
Hasta el momento, ha recibido más de 100 Bizum y tiene en el despacho unos 40 kilos de comida. «Y ayer una persona, al saber que atendemos familias con niños, me hizo un donativo de 300 euros».
Pues como veis, el efecto de esta cadena –persona que de forma altruista alquila restaurante cerrado por el coronavirus, con lo que los dueños pueden hacer frente a los gastos que tienen, y más estando cerrado, y a cambio hacen comidas, que repartidas por voluntarios, llegan a personas sin recursos, y entre ellas a niños; a su vez, esta persona anima a ingresar dinero en dos cuentas, la gente responde y se involucra tanto, que entre ella puede que salga otra persona que cree otra cadena de favores similar, y así sucesivamente– no ha hecho más que comenzar.
Antonio Piñal quiere dar las gracias a sus dos hijas y a los amigos de estas por difundir esta idea a través de sus redes sociales. «Son gente joven, sin grandes recursos, que están colaborando, por lo que merecen mi aplauso».
Restauració se suma
Al margen de lo dicho, sale otro grupo de solidarios de la mano de Restauració de la CAEB, que lidera Fofo Robledo, que pide, a través de un vídeo que circula en la Red, bajo la denominación de #CUINAM JUNTS, y que debe llegar a todos los asociados, para que de forma voluntaria colaboren con la obra de la Fundació Tardor, cocinando para ellos. Por otra parte, Fofo Robledo comunica a los empresarios de restauración y proveedores que tengan comida que les sobre, antes de que se eche a perder, si quieren darla por una buena causa, que se lo comuniquen a la Caeb (971 755005), que pasarán a recogerla.