Con el confinamiento, salir a la calle se ha convertido en algo excepcional. Como consecuencia de este cambio de rutina, la piel se ha visto afectada y los cuidados que antes servían, ahora ya no son suficiente.
No salir de casa hace que siempre respiremos el mismo aire y que sus partículas se depositen en nuestra piel. Es imprescindible abrir las ventanas cada día para ventilar y renovar el aire de las habitaciones. Por otro lado, no estar expuestos al sol hace que nuestra piel no adquiera vitamina D: por lo tanto se recomienda salir al balcón a diario para adquirir este nutriente tan necesario, que además aporta felicidad.
El estrés también hace que la piel del rostro se vea afectada. La incertidumbre y el miedo aumentan el nivel de cortisol en el cuerpo, hormona que puede derivar en brotes de acné y envejecimiento cutáneo acelerado. Para hacer frente al estrés, hay que intentar tomarse el confinamiento con filosofía y optar por ejercicios de relajación.
Otra de las principales causas del mal estado de la piel es el cambio de alimentación. Aunque parece muy tentador optar por comidas preparadas y bollería, consumir este tipo de alimentos se refleja en el rostro. Además, el alcohol también afecta a la piel. Por lo tanto, para evitar granitos indeseados hay que apostar una alimentación saludable rica en frutas y verduras.
Y por último, es fundamental mantener una correcta higiene del rostro. Aunque, en el caso de las mujeres, muchos días no se utilice maquillaje, es necesario limpiar la piel tanto por la mañana como por la noche. Además, debemos evitar tocarnos la cara en exceso, ya que de este modo se obstruyen los poros y aparecen los granos.