Su nombre es Rodolfo, pero todo el mundo le conoce como ‘Rolo'. Nacido en 1975 en Rosario (Córdoba) ‘Rolo' Zerga Méndez se instaló en Mallorca en 1998 tras haber recorrido gran parte del mundo. Comenzó a trabajar en el sector de la hostelería, y desde 2001 trabaja en el bar Atlántico, situado en la calle Sant Feliu, de Palma. Con el tiempo, se ha convertido en el alma mater de este emblemático local, que anteriormente respondía al nombre de Texas Jack, por donde pasaron infinidad de marines estadounidenses.
Tan simpático como buen profesional, sus creaciones tras la barra le han hecho ser reconocido como uno de los mejores barmans de Palma, pero su arte no se circunscribe únicamente a la coctelera, sino que también se le dan muy bien los pinceles. «De pequeño me gustaba mucho pintar, pero recuperé la afición en 2003.
En Argentina pintaba abstracto, pero ahora hago realismo espontáneo, que es plasmar un momento concreto de una actividad. Lo que más me gusta son retratar a artistas que admiro», comenta entre dos cuadros suyos de Bob Marley y Angus Young, guitarrista de AC/DC. «En la vida es muy importante sentir placer con lo que uno hace, pero lo fundamental en cualquier proceso creativo, ya sea ideando un cóctel o pintando, es el factor humano que te rodea. Tengo la suerte de contar con una familia y un equipo de trabajo maravillosos».
Horario
‘Rolo' suele pintar en una habitación de su casa a media mañana. «Por mi trabajo me acuesto no antes de las 3 de la mañana y cuando mi hija está en el colegio es cuando aprovecho para pintar. Un cuadro grande me puede llevar entre 20 y 30 horas de trabajo». Su hija Morena, de 12 años de edad, ha heredado la afición de su padre y a veces le acompaña con el pincel.
En cuanto a la técnica, en los últimos años se ha decantado por el acrílico, aunque también ha pintado acuarelas, óleos y carboncillo, como un retrato de Keith Richards, guitarrista de The Rolling Stones.
Precisamente, parte del equipo de la banda se tomó varias copas durante una visita en 2003 y acabaron bailando en la barra. Salieron tan contentos que le regalaron una entrada para un concierto en Zaragoza. «Pintar es mucho más complicado que hacer un cóctel. No hay comparación. Lo bueno de ambas disciplinas es que empiezas de cero y acabas creando algo, y eso es muy gratificante».