Javier Goyeneche iba para jinete profesional. Su padre, Alfredo Goyeneche, fue presidente del Comité Olímpico Español. En lugar de ello decidió montar junto a un amigo francés una empresa dedicada a la fabricación de pines, después fundó Fun&Basics, una marca de complementos de moda que marcó una época aunque la crisis del 2008 les obligó a entrar en concurso de acreedores. Lejos de rendirse, este madrileño y aristócrata nacido en 1970 se concentró en una idea absolutamente novedosa en la época, crear una empresa de moda cien por cien sostenible con productos elaborados a partir de materiales reciclados. Así nació Ecoalf, el nombre de la compañía deriva de la unión de los de sus hijos, Alfredo y Álvaro. Su eslogan No existe un planeta B se ha hecho conocido en el mundo entero gracias a un compromiso serio con el futuro. Hablamos con él en exclusiva durante su estancia en Mallorca tras haber dado una charla ilustrativa sobre su trabajo en Rialto Living y mientras disfruta de unas vacaciones isleñas, de sol y mar, con su familia.
¿Es usted un emprendedor arriesgado o un visionario algo lunático?
—No ha sido un camino fácil. Cuando empecé, en 2009, mucha gente no entendía lo que quería montar y quizás mucha gente no estaba preparada para comprar productos que fueran reciclados. Cuando les contaba que estaba creando una marca que hacía ropa a partir de la basura la gente me miraba con cara de alucine, o pereza, que es peor. No lo entendían ni los grandes compradores de las tiendas más importantes así que hemos tenido que hacer un trabajo didáctico muy importante; hoy estamos presentes en muchas partes del mundo.
Cuando dice que el futuro es hoy, ¿a qué se refiere?
—El futuro de la moda es ser sostenible, o no habrá moda. No abusar de los recursos del planeta de manera indiscriminada, como se viene haciendo hasta ahora. No se puede secar un lago entero para fabricar piezas de algodón como está ocurriendo. Hay que huir del concepto de ‘usar y tirar' y Ecoalf está ofreciendo soluciones. La moda del futuro no implica solo vestirse bien, sino hacerlo de manera respetuosa con las personas y con el planeta.
Ser sostenible es caro...
—Cierto, el coche eléctrico es caro, la comida orgánica es cara. De ahí que no quisiera crear una marca muy premium y que el precio fuera un motivo por el cual uno no es sostenible. Ecoalf ha nacido trabajando con unos márgenes muy ajustados. He tenido la suerte de tener unos inversores que han entendido que esto era un proyecto a medio plazo. Cuando arranqué en 2009 no había tejidos reciclados chulos, estuve dos años largos haciendo alianzas alrededor del mundo para desarrollar estos tejidos. A los fabricantes les decía hazlo por ti, no por mí porque esto es el futuro y siguiendo este camino irás con ventaja. Afortunadamente parece que no me equivocaba, estamos creciendo mucho y hoy esas fábricas son grandes socios orgullosos de formar parte de este proyecto.
¿Cómo hizo para que creyeran en usted desde el principio? En España fracasar y volver a levantarse se paga caro.
—No aceptando un ‘no' por respuesta. En mi equipo tengo gente superactivista, convencida de lo que está haciendo, y es lo que nos ha permitido salir adelante. Si le digo la verdad hasta hace solo cinco años nadie echaba cuentas de la sostenibilidad pero en el ultimo año ha habido un cambio total en la gente. Prensa, consumidores, de repente comienzan a hablar mucho del tema. En 2014 no se hablaba del problema del océano, y yo ya era consciente, era ya evidente el tema de los microplásticos, pero ha sido el ultimo año cuando los telediarios han puesto el foco.
Incluso la reina Sofía y otras personalidades se han comprometido públicamente…
—Eso es muy importante. Gente famosa hablando de este problema es un gran altavoz que nos beneficia a todos.
¿Cómo convence a estos pescadores que voluntariamente y a cambio de nada le ayudan a sacar la basura del mar?
—Utilizando todo tipo de métodos de persuasión. Fíjese que la ley italiana les tenía prohibido traer la basura a tierra, si lo hacían tenían que pagar por ello y hasta junio de este año no han cambiado la ley, pero también trabajamos con pescadores en Croacia, en Francia, donde hemos contactado con los arrastreros haciendo un trabajo de tú a tú. Siempre es así, vamos en persona y se lo contamos. En España colaboran con nosotros 3.200 pescadores, en Italia empezaremos con cincuenta barcos. La idea es crecer de aquí a Navidad y expandirnos al igual que hicimos en España, donde empezamos con tres pescadores en Villajoyosa.
¿Se ven ya resultados en los océanos debido a la acción de los pescadores impulsada por usted?
—Estamos estudiando ya seis zonas, cada cuatro meses vemos la evolución y será así hasta dentro de dos años. Estoy rezando para que sean resultados positivos.
Y sería a través de la moda y su glamour, que no es poca cosa…
—Es quizás de lo que mas orgullosos estamos, del haber sido pioneros en unir moda, glamour y sostenibilidad. Nos han ayudado mucho personas como la reina Sofía que el día que visitó a don Juan Carlos en el hospital acompañada de los Reyes y sus hijas, justo después del escándalo de la Catedral de Mallorca, la reina Letizia le abrió la puerta para que bajara del coche y lo hizo con un anorak de Ecoalf. La repercusión fue impresionante. MasterChef también nos ha apoyado mucho.
Es que usted además está casado con Macarena Rey, CEO de la productora y directora del programa… Vaya pareja de triunfadores. ¿Cómo se las arreglan?
—Nos compaginamos como podemos, dando calidad al tiempo que compartimos.
¿En Balears tiene pescadores que le apoyen?
—Hay ilusión pero poco barco arrastrero, lo que lo complica, pero es que tampoco tenemos quien nos convierta el plástico en polímero para bajarlo a tierra. Con Ecoembes, nuestro socio en España, lo hablamos mucho y sería muy importante comenzar. Hay ganas. Queremos demostrar que podemos ser una marca comercial que da beneficios haciendo las cosas de manera diferente porque para nuestro planeta no hay plan b.