Han pasado cuatro meses y un día desde que nació Rocío, fruto de una maternidad subrogada en Ucrania. Durante ese tiempo, ha permanecido en un limbo burocrático a la espera de conseguir la nacionalidad debido a una modificación en la forma de registrar la paternidad en este tipo de gestación, dictada por la –entonces– ministra de Justicia, Dolores Delgado.
El cambio, realizado justo tras su nacimiento, lo cambió todo. En lugar de conseguir los papeles en tres o cuatro semanas –previa presentación de una prueba de ADN, se les exigió una sentencia judicial para nacionalizar el bebé, algo mucho más costoso en el tiempo. Tras superar una larga lista de trabas burocráticas, este domingo por la mañana aterrizaban los tres en el aeropuerto de Palma.
Agridulce
«Estoy contento, muy feliz de estar aquí, pero con una sensación agridulce porque dejas allí muchos amigos en las mismas circunstancias. No sé, es como una sensación de abandono del grupo y, lo peor, es saber que siguen allí», afirma Óscar Chacón.
Por el momento, Rocío es ucraniana de pleno derecho, pero el camino «es complicado. A partir de ahora, hay que pedir al Estado que la reconozca como hija mía con un juicio de filiación paterna. Después, Nathalie Maat –que sufrió tres cánceres y se le cerraron las puertas de una adopción–, pedirá la adopción de la niña», añade.
Durante estos meses «ha habido emociones muy fuertes, muchas alegrías y algunas experiencias muy feas. Si hubiera sabido que iba a durar todo esto cuatro meses, habría sido distinto. Todo es cuestión de expectativas. Pensábamos que iban a ser tres o cuatro semanas y de repente nos vimos sin ningún tipo de perspectiva. Ahora, una vez pasada la penitencia, me gustaría saber cuál fue la razón del cambio legal, por qué ocurrió. No creo que fuera una casualidad», afirma.