El corte con un cuchillo de un hojaldre de chocolate fue el primer vídeo que subió Joan Seguí a las redes sociales. La filmación causó un gran revuelo y a partir de ahí la bola se ha ido haciendo tan grande que ya cuenta con más de 225.000 seguidores en Instagram.
Seguí, con 41 años recién cumplidos, pertenece a la quinta generación de panaderos y pasteleros que llevan el Forn Santfrancesc (escrito todo junto) de Inca. «Mis padres viven justo encima del horno y se puede acceder a la vivienda desde el interior de la tienda. No se sabía dónde acababa el trabajo y dónde empezaba la vida familiar», explica.
Su padre quiso que probara en otros campos antes de decidir si quería continuar con el negocio. «Estudié dos años de Turismo, pero vi que no era lo mío. Luego empecé a trabajar en Paviments Lloseta, donde residía, y estuve varios años desempeñando diversas funciones».
Cuando su padre se jubiló llegó el momento de decidir qué hacer con la empresa familiar. «Mi mujer me animó a que entrara, ya que nos iba a dar mucha pena traspasar el negocio. La ‘suerte' hizo que poco después comenzara la crisis». Joan conocía perfectamente el negocio, pero ahora le tocaba llevar las riendas. «A los tres meses, con lágrimas en los ojos, quise devolverle las llaves a mi padre. Apenas había dormido en ese tiempo y el desgaste era bestial. El cambio fue muy brusco, ya que cada día me levanto a las 2 de la madrugada, trabajo hasta las 10.30 horas, descanso hasta los 15.30, vuelto a la tienda, como aquí y sigo trabajando hasta las 19.30 horas. Me suelo acostar no antes de las 23.00 horas».
El Forn Santfrancesc siempre ha tenido una gran aceptación, pero gracias a las redes sociales sus clientes han aumentado de forma exponencial. «Y eso que no podemos abarcar toda la demanda. Desde el principio tuve claro que necesitaba descansar para estar siempre a tope y por eso cerramos todos los domingos y los días que están en rojo en el calendario».
En la actualidad trabajan con él dos empleados y su mujer, que lo mismo está en el obrador, como despacha en tienda o se ‘pelea' con los números».
A veces el éxito viene producto de la casualidad, y eso pasó en este negocio. «Un día la madrina de mi padre se equivocó en la fórmula del hojaldre, pero como gustó, la siguió elaborando de la misma forma. No me preguntes la receta porque no te la daré», explica con una sonrisa.
Joan asegura que, aunque el producto que más gusta a su clientela es el pan «porque utilizamos un horno moruno de los que apenas quedan media docena en Mallorca», la ensaimada ha sido en los últimos años el producto más consumido, sobre todo desde que fue elegida la mejor del mundo en 2017. «Fue una locura. Nos llegaban pedidos de todas partes y la ola aún continúa». Una de las consecuencias ha sido el tener que abrir las tardes de verano. «Inca se queda desierto, pero es que vienen muchos turistas a buscar nuestros productos».
La marea de seguidores en las redes sociales no ha hecho perder la filosofía del negocio. «Facebook e Instagram nos permiten darnos a conocer a más gente, pero no me aprovecho de ello para ganar un euro y eso que me han ofrecido bastante por poner un producto determinado junto a lo que fotografío o grabo en vídeo».
También tiene muy claro que el futuro no pasa por trasladarse a Palma. «Es algo que ni me lo planteo», asegura.