Alicia Sornosa (Madrid, 1973) dio la vuelta al mundo en solitario en moto en 2011. Fue la primera mujer de habla hispana en realizar tal aventura tras recorrer 76.000 kilómetros. Posteriormente, ha protagonizado otros viajes de largo recorrido sobre dos ruedas. En 2017 publicó el libro 360 grados. Una mujer, una moto y el mundo, basado en su periplo por los cinco continentes. De ello y de todo lo que le pregunten hablará el 13 de abril en el hotel El Cid de la Playa de Palma, invitada por el club MediaMilla Sport.
¿Cuándo empezó todo?
— Yo era freelance y en 2011, en plena crisis, conocí a otro motorista que iba a realizar un gran viaje y me pidió que llevara la comunicación y editara sus vídeos. Me fui con él, pero a los cuatro meses decidí que quería seguir sola y realicé el resto del viaje, que duró trece meses más en solitario.
¿Por qué en solitario?
— Porque se está mejor sola que mal acompañada. Pero disfruto mucho de una buena compañía y me encanta viajar con amigos.
¿Qué es lo mejor de viajar sola?
— La sensación de libertad y el conocerte a ti misma. En estos viajes da para pensar en mucho y cuando regreso me doy cuenta de lo afortunada que soy en nacer donde he nacido, donde con apretar una palanca sale agua, por ejemplo.
¿Tenía la sensación en que nos quejábamos demasiado aun en plena crisis comparando cómo estaba el mundo en general?
— Sí, sin duda. Y también comprobé cómo aquí nos tienen atenazados con el miedo.
Siempre que le preguntan por su destino favorito, explica que es imposible elegir uno.
— Es que es imposible. Se ven lugares alucinantes, pero me llama mucho más la atención la gente de los países que conozco que los paisajes. Nunca deja de sorprenderme el ser humano.
¿Cree que el hombre es bueno por naturaleza?
— Sí. Estoy convencida.
¿Por qué le dio por la moto?
— Fue curioso, porque mi padre fue campeón de España de coches hace muchos años. A los 14 años tuve una Vespino y cuando me fui a vivir a las afueras de Madrid me compré una moto para moverme y ya me aficioné a este mundo.
¿Se pasa más miedo en una carretera perdida del mundo o en la M-40 en hora punta?
— Cuando vas por esas carreteras, que en realidad son caminos, tienes todos los sentidos activados. En Madrid voy más relajada porque se supone que todo el mundo va a cumplir las normas de circulación. Miedo no he pasado nunca, pero sí que me he visto apurada no pocas veces por según qué trayectos.
¿Cuál fue el mayor error que realizó al hacer el equipaje para un viaje largo que no ha repetido?
— Meter muchas herramientas y recambios para la moto. Pesan demasiado.
¿Lo mejor de volver a casa es dormir en su cama y ducharse en su baño?
— Son dos grandes sensaciones. En los grandes viajes la tienda de campaña se convierte en tu cama, aunque cada cuatro o cinco días intento dormir como toca. Y la ducha, lo mismo. Como mucho, cuatro o cinco días. Uso unas toallitas húmedas que son milagrosas.
¿A qué lugar volvería sin dudarlo y a dónde no regresará?
— América del Sur es un lugar al que siempre quiero regresar por su gente, belleza, facilidad para entenderte...En cambio, no tuve una buena experiencia en Egipto. No creo que vuelva a ningún país musulmán donde no se respeten los derechos de las mujeres.
¿Tiene más ventajas o inconvenientes ir sola en moto por el mundo?
— Sin duda, muchas más ventajas. Una madre te ve como una hija y una hija como una hermana. No trasmitimos esa agresividad de los hombres.
¿Se liga?
— Sí, se puede ligar pero no es fácil porque es complicado coincidir mucho tiempo con una persona porque los planes de viaje suelen ser diferentes.