Es como entrar a varios museos distintos en pleno campo. Pasear por Es Revellar, muy cerca de Campos, es hacerlo por diversos espacios ubicados en un jardín renacentista de 35.000 metros cuadrados, con más de mil árboles y lleno de estatuas, columnas, capiteles y más de una veintena de fuentes. Un lugar inspirado en los principios de las jardinerías árabes y romántica. Puede presumir de ser un espacio artístico al aire libre –casi en su totalidad–, además de ser el primer Art Resort de España, séptimo del mundo, con el mural más grande de Europa –de 86 metros de largo y un total de 360 metros cuadrados, de Jesús Cánovas– y poseedor del Siurell de Plata concedido recientemente por la Asociación Balear de Agroturismos. Su propietario es Roberto Alcalde, empresario y gran coleccionista de arte, que nos recibe en la recepción del agroturismo para iniciar una vista de casi dos horas por este paraíso.
Desde siempre
«El arte me ha gustado desde siempre. Primero, lo llevé al mundo del comercio, a las tiendas. Después, a la restauración y la hostelería en Mallorca. Paralelamente, se ha ido produciendo una masificación y banalización del arte, de sus espacios (tanto en El Prado como en otros museos). Había que buscar dónde disfrutar del arte sin ‘empujones. Hay seis centros privados en el mundo que han surgido de la nada (en Nueva Zelanda, Argentina, Brasil, Escocia y Japón)», afirma.
Las obras de sus colecciones proceden de amigos y de adquisiciones que ha ido realizando por todo el mundo.
El agroturismo cuenta con 17 habitaciones, todas ellas con el arte como protagonista. Algunas de ellas lucen tapices del siglo XVII, muebles de Indonesia, espejos antiguos, obras de Miró, Tàpies, o Ismael de la Serna. Fue inaugurado en 2014, está ubicado en una antigua possessió de hace 600 años y durante su restauración se ha mantenido la estructura original de sus doce edificios, así como elementos arquitectónicos repartidos por sus jardines.
Iniciamos el recorrido junto a uno de los edificios que albergan habitaciones junto a la fuente ‘Madrigal', que representa la alegría en el momento de la vendimia. A pocos metros se accede a una cueva (hace 2.000 años era un espacio de enterramientos), donde se encuentran algunas de las 3.000 piezas de arte que forman parte del conjunto. La cueva, muy cerca de los terrenos adquiridos para la ampliación del establecimiento, incluye esculturas de África y 26 terracotas de hasta 2.000 años de antigüedad. Es un espacio único que transporta al visitante a otras culturas a través de sus piezas. «No se puede abrir al público de manera indiscriminada por temas de seguridad, pero también para no molestar a los clientes del hotel con una masificación. Sí organizamos visitas guiadas al agroturismo y una cena especial (precio, unos 40 euros)», añade.
El espacio total está dividido en cinco bloques históricos, siguiendo las ideas del antropólogo francés Lewis Strauss y de su discípula, Estela Ocampo: Prehistoria y Arte Étnico, Mundo Clásico (griego-romano), Edad Media, Edad Moderna, Edad Cotemporánea y un sexto bloque añadido de Land Art.
Basta con seguir el camino para descubrir cada uno de sus espacios. Uno de ellos agrupa el arte de Nueva Guinea-Papúa, con 700 piezas, al que se accede a través de una gran puerta azul de madera. «Es la mejor colección de Europa», afirma Alcalde. En su interior dominan los escudos, máscaras, lanzas, vasijas hechas de barro o baúles. Tras pasar por un pequeño pasillo con tapices tuareg y por un mapa con lenguajes de tribus africanas, accedemos al espacio dedicado al arte africano, con más de 700 piezas (pinturas, máscaras –alguna de ellas pesa más de 60 kilos– y una exposición de fotografías de Juan Antonio Muñoz, entre otros muchos elementos artísticos. La sala está llena de color, de vida.
Para llegar hasta ahí hemos cogido un coche como los que se utilizan en los campos de golf. Tras pasar por el gimnasio, nos introducimos en un gran jardín repleto de bustos y cabezas de emperadores y personajes ilustresque (110 reproducciones en total) que enlaza con uno de los edificios del agroturismo (antes era un lugar para criar conejos y ahora alberga seis habitaciones con un espléndido porche).
Bodas
A su lado, una capilla –en la actualidad se ofician bodas– llena de tesoros; entre ellos, un techo labrado según un libro del siglo XIV de un literato italiano, «con los vicios y las virtudes de la época y los escudos de las provincias italianas». Casi todas las esculturas, frisos y retablos son del siglo XIII, a los que se añaden pinturas del XV, entre otras piezas de particular belleza. «Es muy valioso un retablo del XV de Pentecostés», situado en uno de sus laterales. Estamos en la parte de la Edad Media (Románico y Religioso), que se completa con natividades del siglo XIII, figuras y tablas románicas, bajo relieves del siglo XIV y una Madona del limón del XV.
Al salir, nos encontramos en plena Avenida Imperial, con una elegante escalera inspirada en la Toscana. Por el camino, un poco más atrás, se encuentra un olivo de más de 2.000 años y palmeras con 150 años. Cerca, lagos y estanques con nenúfares.
En una de las paradas llegamos a un jardín en forma de pérgola con esculturas a ambos lados y, al final, el mural más grande de Europa realizado al aire libre, con 86 metros de largo y con un total de 360 metros cuadrados, de Jesús Cánovas. Una maravilla en colores azul y blanco que por la noche llena el espacio de color. Entre jardines y esculturas, no falta una instalación dedicada a la tribu Dogón (más de 40 piezas), con escaleras de madera convertidas en esculturas. Como si se tratara de una calzada romana, dos esfinges presiden la entrada de una pequeño camino que termina en una gran cruz de piedra. Es una basílica al aire libre que enlaza con un bosque de totems y un faraón africano rodado de sus esposas.
Nada se deja al azar. Todo está meticulosamente distribuido en épocas doradas del arte. En la Edad Moderna (siglos XVI y XVII) no faltan los bodegones, la pintura flamenca, los tapices y marinas. En la Edad Contemporánea, un cuadro atribuido a Goya, grabados, obras de Eugenio Lucas, Enrique Atalaya o Madrazo. Los siglos XIX y XX incluyen obras de la escuela balear (Bernardí Roig, Eliseo Meifren...), catalana (Ramón Casas, Antoni Tàpies, Joaquim Mir...), escuela de Canarias, Valencia, Murcia o Madrid-La Mancha. Como era de esperar, no faltan los grandes pintores, como Picasso, Braque, Juan Gris, Joan Miró, Kandinsky o Toulouse Lautrec. Todo un mundo lleno de pasión por el arte en todas sus concepciones.