El próximo lunes, 17, a las 19 horas, Madó Pereta, que además celebrará su 18 aniversario como artista, presentará en El Corte Inglés de Jaume III su libro 18 anys de Madò Pereta, que ella define como llibre gastrocòmic, lleno de artículos, recetas de cocina y buen humor.
Para celebrarlo, la citamos este miércoles en La Hogaza, el horno-pastelería que María, la alumna más aventajada que tuvo Miquel Pujol, del Forn de sa Pelleteria, tiene en la calle dels Socors, donde le había preparado no una tarta, «pues de esas te comerás muchas en estos días», le dijo, sino un riquísimo arroz con leche, servido, en vez de en un plato, en una calabaza de Totana vacía, con lo que la tía de Joan Carles Bestard lo flipó. «Jamás había comido una cosa tan buena como esta», le dijo a María a modo de felicitación, pero rogándole que le quitara el plato de delante, «porque sino me lo voy a comer todo, y como me lo coma, el azúcar va a subir hasta el techo». Y María, obediente, se lo retiró, y envolviéndolo bien envuelto con papel de plata, sin que se diera cuenta se lo metió en el bolso, donde seguramente se lo encontró a nada que metiera mano en él al llegar a su casa. Pero, a lo que íbamos. Arroz con leche aparte, dejamos que Madó Pereta, que estaba guapísima con el modelito que se puso, nos siguiera hablando del libro que presenta el lunes.
¿Por qué llibre gastrocòmic?
—Pues porque, como he dicho, en él encontrarán algunos artículos que he escrito en Ultima Hora junto a recetas de cocina que me ha dado gente famosa, entre ella artistas, escritores, pintores, políticos de toda casta… ¡Yo que quieres que te diga! Muchas personas a quienes les doy las gracias. Y también se las doy al Grup Serra por su colaboración.
¿Cuántas recetas hay…?
—Creo que unas cincuenta y pico… Porque no me he entretenido en contarlas todas, pero por ahí, por ahí. Cada receta irá acompañada de un artículo que he publicado en Ultima Hora, en la columna que escribo cada sábado.
¿Es un libro solidario, no?
—Sí. Es un libro benéfico, ya que los beneficios que obtenga por su venta en gran parte irán a la ONG Amics de la Infància.
Dejando el libro a un lado, pues nadie duda que el lunes va a llenar el lugar de El Corte Inglés donde lo presente, quisiera preguntarle cómo van las relaciones entre la mujer de su sobrino, Joan Carles, y usted, puesto que la última vez que hablamos del asunto no pintaba bien la cosa.
—No esperaba que me sacaras este tema –nos dice sin poder evitar fruncir el ceño, como sintiéndose incómoda, aunque enseguida recupera el porte–. Pues nuestras relaciones están como las de Sofía y Letizia. Y están así porque no nos queda más remedio. Y dejémoslo, porque si no, como me caliente, mi sobrino y yo vamos a terminar mal, ¡y eso si que no! –hace una pausa, clava su barbilla en el pecho, medita y vuelve a la carga–. A ella le gusta mucho el dinero –dice, frotando las yemas de los dedos pulgar e índice de su mano derecha–. Sí, ella es mucho de la peseta, por lo que si mi sobrino no se espabila, le va a joder los cuatro duros que tiene. Sí –se reafirma moviendo la cabeza de arriba abajo, sin dejar de frotar los dedos–. Todo lo que ha ahorrado se lo va pulir en dos días. Pero como le digo, corramos un estúpido velo.
Por lo visto a Joan Carles le están yendo muy bien las cosas por Barcelona, ¿no?
—Sí. Desde el 14 de septiembre está haciendo una obra que se titula Sherlock Holmes y el destripador. En el Teatro Apolo. Pero en enero termina y vuelve a Mallorca.
Su sobrino, como actor, ¿es profeta en su tierra? Lo digo porque como ahora está triunfando en Barcelona...
—Es profeta en su tierra como todo el mundo –a lo de como todo el mundo le pone sonsonete de ironía–… Pero él quiere mucho a Mallorca y a los mallorquines, y si está lejos le gusta le gusta regresar a la Roqueta, a reencontrase con su gente.
¡Y con su esposa!
—Eso es lo que m'emprenya! Por eso me gustaría que se divorciaran… Pero no sé qué hacer. Porque mire que le he puesto trampas a ella para ver si le ponía los cuernos y luego yo contárselo a él. Pero no ha habido manera. Los dos son muy fieles, el uno con el otro. Pero… ¡qué le vamos a hacer! Nos aguantaremos como Sofía y Letizia. ¡Y ya está!
¿Algo más, Madó Pereta?
—¿Sobre esa señora...? Nada más. Pero que sepa que no la pierdo de vista, que la vigilo.