Toñi Requena, cantante, la conocimos hace una semana, en Sant Joan de Déu, en el concierto que organizó Silvia Luna para los residentes del establecimiento hospitalario que quisieron asistir.
Toñi se sumó al grupo de cantantes que participaron en él. Nos sorprendió con una de las canciones, Voy a ser mala, desamor puro, pero no por ello bellísima, tanto en cuanto a la letra como a la música, ambas compuestas por ella. Sin duda son canciones que se inspiran sobre una historia verdadera, que fluye del alma de quien la vivido. Una tarde quedamos para hablar.
Cantautora
Nos dijo que, aunque nacida en Almería, se consideraba mallorquina, por los años que lleva viviendo en la isla; nos contó que había sido soldado, y que desde niña, cantaba. Y no solo eso, que componía. Con el paso de los años conoció a Er Guri, que es de Huelva, y que toca la guitarra. «Cantábamos en bares y restaurantes. Bares chiquitos, acogedores, entre ellos La Taberna, donde la dueña pasaba la jarra, de la que nos pagaba. El tocaba la guitarra y yo me acompañaba con percusión».
Ahora tiene un trabajo fijo, por lo que lo de la canción se lo toma como un extra. «Hago un bolo o dos al mes, no como antes, que como no trabajaba, tenía que cantar más. Y trabajabas por cuatro duros, pero es que no había otra cosa. ¿Mi estilo? Creo que es muy propio, muy mío, aunque con ciertas influencias de Nina Pastori, Chambao y Rosario Flores, y mis canciones –y nos enumera tres, Voy a ser mala, Decir ya basta y Pa qué llorar- tiran más al desamor, y están inspiradas en el mal trato, tanto síquico como físico, que he recibido durante un tiempo. Sí, me inspiró para componer y, al mismo tiempo para protestrar y denunciarlo».
Una mala noche
Porque Toñi, que en la actualidad, y desde hace seis años vive felizmente con una mujer, madre de un niño, «y encima tenemos tres perros», nos recuerda que, en fechas anteriores a conocer a su compañera, y en una noche loca, conoció a una mujer con la que sin darse cuenta entabló una relación tóxica. «No se cómo, pero a raíz de aquella noche se me metió en mi casa y ya no salió. Yo, a medida que la iba conociendo y viendo como reaccionaba, a veces de forma violenta, me refiero a como me hablaba, me la quise quitar de encima, pero no pude. Y un día sucedió lo nunca pude imaginar: me agredió».
«En la discusión –sigue– me quise apartar de ella, forcejeamos y me golpeó. Jamás pensé que una mujer pudiera maltratar a otra, y más del modo como ella lo hizo. Y, pues que no sabes por qué, pero la perdonas. Pero a poco se vuelve a repetir la escena, y quizá peor, ya que me dejó marcada la cara, lo cual me obligó a denunciarla… Sí. En cuatro ocasiones la denuncié: venía la policía, se la llevaba, pero al quedar en libertad regresaba a casa, y si no estaba, me esperaba en el portal a que llegara, y para evitar una escena la dejaba que entrara. ¡Qué remedio!».
«Para evitar eso –sigue– y también porque el miedo te puede. De verdad que nunca creí que una mujer pudiera agredir a otra, maltratarla como ella hizo conmigo… Ello me obligó a cambiar de lugar. La policía me acompañó a casa a buscar mis cosas. Pero su obsesión por mí podía más. Llegó hasta perseguirme por la carretera.»
Te pedía perdón...
Más o menos todo terminó cuando Toñi decidió poner tierra de por medio, «viniéndome a vivir a Palma, bloqueándola en todas las redes sociales y borrando cualquier pista que pudiera servirle para encontrarme. Sin embargo, una vez se enteró de donde daba un concierto y se presentó, pero la gente evitó que se acercara a mi, por lo que pude irme».
Toñi recuerda que la discusión siempre empezaba por cualquier tontería, por algo que ella no estuviera de acuerdo, «entonces me decía que me quedaren casa; es más, me obligaba… Y si yo me negaba, empezaba la pelea, levantaba la voz, me empujaba, me tiraba al suelo y me golpeaba la cabeza contra este… Luego te pedía perdón, le dabas una nueva oportunidad, pero tu sabías que la escena se volvería a repetir. Y se repetía. Hasta que decides poner punto final, yéndote, escondiéndote…».
Es evidente que Toñi tuvo mala suerte. «Nunca imaginé –repite- que una mujer pudiera pegar a otra y pegarla como ella me pegó. Es evidente que en el balance de la violencia de género, la mujer se lleva la peor parte. Pero es evidente también que hay mujeres que se ensañan, que te martirizan piscológicamente para terminar agrediéndote».
Ahora, transcurrido los años, Toñi ha rehecho la vida con otra mujer, con la que es feliz: encima tiene un trabajo, tiempo por las tardes para componer y lugares desde que la siguen llamando para que cante bellas canciones, incluso rap; incluso canciones y rap. Pero sigue sin entender como una mujer puede comportarse «como ella se comportó conmigo», aunque afortunadamente sabe que eso pertenece al pasado.