Miles de personas se resistían a irse a dormir este pasado martes. No querían perderse el final de la historia del extraño caso del teléfono móvil encontrado en Madrid que perteneció a Marta Gutiérrez, una chica que murió hace 8 años.
La narración, que avanzó con multitud de detalles y aparentes pistas durante toda la jornada, tenía en vilo a una legión de usuarios a un lado y otro del océano, y numerosas personas de México, Chile y Argentina, entre otros, se confesaban enganchados al relato que empezó a contar @nelagarnela el lunes 20 de agosto, exactamente dos minutos antes del mediodía.
El último paréntesis de la historia la dejó en un punto determinado de Madrid al que había que acudir a una determinada hora de la noche, las 23.47 concretamente, para obtener una información que se antojaba definitiva. ¿Y qué pasó?
Pues que decenas de personas montaron guardia en el lugar desde antes de esa hora, en una especie de emocionante vigilia llena de misterio y suspense.
Si han llegado hasta aquí comprobarán que a la historia de Nela aún le falta un último acto, la guinda del pastel y un colofón a la altura de toda la expectación generada. Sin embargo, antes de llegar a él, hay varias consideraciones que conviene resaltar.
Curiosamente, Manuel Bartual inició un relato que guarda algunas similitudes con este un 21 de agosto. Por tanto, a ambas historias las separa exactamente un año de diferencia. Un hecho curioso, cuanto menos.
También resulta curioso que, en aquel momento, a Bartual le llovieran elogios por todos lados admirando su pericia narrativa y su creatividad, capaz de atrapar a los lectores y usuarios en un relato que, como mínimo, tenía los mismos visos de realidad que el de Nela García.
En cambio, en este último caso, se han suscitado muchas más voces críticas con una propuesta que nadie puede negar que sea novedosa y adictiva.
Que si es un fake, que si se trata de una mera estrategia de publicidad,... Muchos argumentos más han servido para tratar de desmerecer la inquietante historia de Marta Gutiérrez, a pesar de que no es la primera -ni será la última- que viste un relato de ficción con apariencia de realidad.
Como bien decían otros, «esto es Twitter, no la realidad», y si quieren hechos contrastados y veraces créanse lo que dicen los profesionales de la información, y no todo lo que vean ?por ahí?.