El Papa Francisco volvió a expresar este lunes su «vergüenza y arrepentimiento» ante la investigación del fiscal de Pensilvania que destapó los abusos perpetrados por 300 sacerdotes y su encubrimiento por parte de la Iglesia Católica de este estado de EEUU.
«Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas», ha señalado el pontífice.
Y ha agregado: «Hemos descuidado y abandonado a los pequeños».
Francisco ha hecho estas consideraciones en una carta hecha pública por la oficina de prensa del Vaticano. Para el Papa los escándalos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica norteamericana, que fueron cometidos en su mayoría antes del año 2000, cuando la revelación de otros casos llevó a la Iglesia estadounidense a emprender reformas, es un «crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia» en las víctimas, sus familiares y «en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes».
«Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse», ha reseñado el pontífice en la carta.
Además se ha referido claramente al plan diseñado para encubrir los crímenes por parte de los sacerdotes a lo largo de 70 años que puso en evidencia el informe de 1.356 páginas.
«El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad», ha incidido el Papa.
Así, ha llamado a los responsables eclesiásticos a no caer en el silencio y denunciar los posibles casos de abusos en el futuro: «La solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona. Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual».
En cualquier caso, ha querido reconocer el trabajo que se está llevando en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad.
Bajo esta óptica se ha referido a la «implementación de la «tolerancia cero» y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos».
Sin embargo, ha admitido: «Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro».
El Santo Padre ha urgido a reafirmar el compromiso de la Iglesia católica para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.
En este sentido, ha especificado que para llevar a cabo la limpieza y la regeneración es necesaria la participación de los laicos. «Es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos», ha dicho.
Y ha agregado: «Es imposible imaginar una conversión sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios, construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida».
Por ello ha arremetido contra el clericalismo que ha definido como «una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia» y de la que ha dicho que es común «en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia».
Para el Papa, el clericalismo no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene «una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de la gente».
«El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los laicos, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos», ha continuado. Por ello ha determinado que para decir 'no al abuso', es necesario «decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo».
Finalmente el pontífice ha llamado a los católicos a una «apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro». Y ha concluido: «Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación».