El entierro de la sardina ha marcado este martes el final de las fiestas de Carnaval. Tras los pasacalles y concursos de disfraces, pueblos y centros escolares clausuraron la fiesta con un desfile fúnebre, vestidos de luto y llorando junto a la pobre sardina que sería convertida en cenizas.
Como es habitual, Pòrtol cerró las fiestas de Carnaval con el entierro de la sardina que organizaron la asociación de personas mayores Es Turó y los Espais Joves de la localidad. La comitiva, al son de los acordes fúnebres de la Banda de Música de Marratxí, partió del Carrer Major y se detuvo en la Plaça Guillem Rigo para la quema final de la sardina, una figura que mide unos dos metros y que es portada a hombros por jóvenes enlutados. Al final del recorrido y una vez lanzada al fuego la sardina, se celebró una comida en la plaza de la iglesia.
En Manacor hace unos años se recuperó el Enterro de la Sardina. Este martes la novedad estuvo en la presentación de la nueva geganta de Manacor, sa jaia Corema. Un personaje que se une a los gegants de la Associació Cultural de Sant Domingo que durante todos los sábados de cuaresma a las 17 horas realizará un recorrido por Manacor y a la que cada semana se le quitara un pie. Tras la presentación, salió la comitiva funeraria hasta la plaza de sa Torre. Allí los asistentes despidieron el carnaval con una sardinada popular.
En el colegio Sagrat Cor, de Palma, alumnos de Primaria protagonizaron el tradicional entierro. Ellas con vestidos negros, pamelas o tocados y ellos con traje, corbata oscura y camisa blanca acompañaron a la comitiva fúnebre, en la que seis miembros portaron a hombros la sardina. Tras el pasacalles por los alrededores del centro escolar, en el patio se procedió al encendido de la sardina.