Si nos dijeran que al llegar a la redonda edad de cien años seríamos capaces de leer las casi mil páginas del libro Los herederos de la Tierra, de Ildefonso Falcones en solo una semana, probablemente no lo creeríamos. Si además, nos dijeran que al cumplir un siglo de vida podríamos subir y bajar seis pisos los días en los que el ascensor no funciona, muchos firmábamos para llegar a experimentarlo. Vicent Juan Ferrer, de Can Caseres, cumplió el 1 de septiembre cien años con los cincos sentidos en sorprendente buen estado. Este ibicenco centenario atiende a quienes se dirigen a él con la sonrisa y la mirada inocente de un niño.
Hace unos días, a Vicent le honraron en la Universitat Oberta per a Majors, a la que asiste: «He confirmado que soy el alumno más mayor de Balears». Y como alumno de la UIB le gusta cultivarse de cualquier disciplina. «De pequeño no tenía una aspiración definida, me gustaba aprender. Quería ir a clase porque veía que aprendía».
Vicent fue seleccionado en 1936 como boxeador para ir a las Olimpiadas de Barcelona, pero estalló la guerra y se celebraron en Berlín, «y entonces no fui». Confiesa que probó el fútbol, pero «era muy malo».
Le llamaron a la mili durante la Guerra Civil y le nombraron cabo. Una serie de casualidades impidieron que tomara partido en la contienda. «No salí de Eivissa en la guerra». Después se casó y llegaron su hijo Miguel y su hija Mari Carmen. «Son mi alegría, ellos y mis nietos».
El centenario se enorgullece de que sus nietos tengan carrera porque «quien tiene estudios puede vivir mucho mejor que quien nos los tiene. Yo me tuve que limitar al grado militar más bajo por no tener estudios, pero aún así tuve suerte porque escribía un poco a máquina y eso me ayudó».
Ahora le gusta leer mucho y ver muchas películas. Vicent todavía sigue su rutina de estiramientos y paseos por el puerto de Vila. Es inevitable preguntar por el secreto, no solo de su longevidad, si no de su buen estado. «La clave está en la naturaleza». Su madre murió con 28 años de gripe española. «Con pocos años de vida me dieron por muerto. Entonces me medicó mi abuela, que es la que me crió tras la muerte de mi madre y tiré para adelante hasta hoy. Ella vivió hasta los 97 años».